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RECORTES EN EDUCACIÓNEl anuncio del gobierno central de aumentar la ratio de las aulas en los institutos ha caído como un jarro de agua fría entre el profesorado, o al menos entre los profesores que conozco (que no son pocos). No obstante, no han faltado voces que han saltado diciendo que treinta años atrás las aulas estaban a rebosar de alumnos, así que tampoco es para tanto, que los profesores son perezosos y se quejan por vicio. Mirar al pasado para justificar el presente siempre es peligroso, pero mirar al pasado para justificar un retroceso es doblemente peligroso. Puestos a mirar al pasado, podríamos lanzar la mirada cuarenta y cinco años atrás, cuando mi padre estudió la secundaria y la ratio era muy baja porque los niños solían trabajar desde muy temprano... ¿acaso no podría justificarse que esa también es una medida excelente que, además, redondeará las economías familiares? Incluso si establecemos que hay un punto del pasado al que es conveniente volver, pero que más allá de él no debe retrocederse, ¿alguien se ha parado a pensar que el sistema educativo y los propios alumnos no son los mismos? Hace treinta años, la EGB contaba con un alumnado menos problemático, la educación se basaba en la repetición y la memorización, y quien no fuese capaz de seguir el ritmo podía estudiar en verano, dar clases particulares o hacerse un FP. Actualmente, nos encontramos con un alumnado que no tiene porqué tener más maldad, pero que es mucho más complejo (diversidad étnica y socioeconómica más pronunciada), tiene una capacidad de atención mucho menor, el sistema educativo prima el razonamiento y la experiencia sobre la memorización teórica y, además, se pide al profesor que atienda a la diversidad (que potencie a los alumnos más aventajados y ayuda a alcanzar los conocimientos básicos a los más rezagados). Y para conseguir esto no es lo mismo tener 25 alumnos que 35, obviamente. Imaginen ustedes que al médico de la seguridad social se le pidiese que atendiera a sus pacientes con calma, que les escuchase con atención, les hiciera pruebas si lo considerara oportuno y fuese psicólogo a la par que galeno. Puede hacerse, por supuesto que sí, hay que dar cursos, hay que reciclar a los médicos de la vieja escuela, pero puede hacerse. Y de repente, algún lumbreras decide que las consultas van a durar cinco minutos, pero ojo, al médico se le sigue pidiendo que hago lo mismo. O quien ha hecho la norma es idiota, o simplemente le importa un pimiento la sanidad pública porque él va a irse siempre a la privada. Aumentar la ratio y pedir que se mantengan los mismos objetivos es simplemente ridículo. De hecho, es hipócrita.
2012-04-11 08:58 | 6 Comentarios Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://gadesnoctem.blogalia.com//trackbacks/71638
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