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LOS SUSPENSOS Y EL PSICÓLOGO

En el antiguo plan de estudios de primaria, la llamada EGB, había un salto sustancial entre los 10 y los 11 años, entre 5º y 6º curso. Hasta 5º año teníamos un mismo profesor o profesora, que nos conocía bien, nos evaluaba según nuestras capacidades y esfuerzo; a partir de 6º llegaban los diversos profesores, cada uno con una sola hora de clase, en ocasiones sin ningún interés por conocernos, ni siquiera por memorizar nuestro primer nombre o apellido. Era un salto importante: más profesores significaba diversos sistemas de evaluación, más asignaturas con sus consecuentes horas de estudio, etc.

¿Era un mal sistema? No lo sé. Creo que se dependía mucho de la memorización, sobre todo en el Inglés, pero tuvimos grandes profesores de Literatura y Ciencias, que nos enseñaron a razonar y no a memorizar como papagayos, por los que creo que mis quejas tienen más que ver con profesores concretos que con el sistema en sí.

¿Cómo me fue? Mal, la verdad es que bastante mal. Yo, que nunca había suspendido nada, de repente me topé con 3 suspensos en diciembre. Mis padres estaban horrorizados, yo mismo no entendía lo que había ocurrido. Los suspensos eran algo habitual, a varios compañeros les quedaron 1 ó 2 asignaturas, pero a partir de 3 te miraban mal y empezaban a insistirte para que estudiaras más si no querías repetir. Para ayudarnos, nos llevaron a ver al psicólogo del colegio, cuyo nombre no recuerdo, y al que nunca más volví a ver después de aquel día.

“¿Cuántas os han quedado?” Nos preguntó en un tono conciliador a los compañeros que nos habíamos reunido en su despacho.

“Yo tengo 3,” dije con vergüenza, y un compañero a mi lado asintió, indicando que estábamos en la misma situación. “Nosotros 4,” comentaron otros dos chicos. “Yo 5,” dijo con cierto de orgullo alguien.

Sólo quedaba un chico por hablar, el Gordo, el tipo más flojo que he conocido en mi vida. Todos nos quedamos mirándolo, hasta que consintió en compartir sus suspensos: “A mí me han quedado... a ver... Lengua y Matemáticas, y el Inglés también, y la Historia y las Música... esto, y las Ciencias Naturales, pero esas casi las aprobé, lo que pasa es que me pillaron la chuleta.”

El psicólogo, con sus gafas tintadas y su barba canosa, nos ofreció una sonrisa cariñosa.

“A los que os han quedado 3 ó 4, mi consejo es que hagáis resúmenes de lo que estudiáis. No tengáis miedo de preguntar en clase, y haced todos los ejercicios que os manden. A lo mejor tenéis que dedicar más tiempo al estudio, así que acostumbraron a hacer pequeñas pausas de cinco minutos para tomar un batido o un colacao, estirar las piernas o bajara comprar algo, para relajar la mente y no sobresaturaros.” Grandes consejo, por cierto, que sigo usando hoy día.

“A los que os han quedado 5...” hizo una pausa para limpiarse las gafas, “a vosotros os recomiendo que os pongáis en los primeros puestos de la clase, que prestéis más atención y, si podéis, que os apuntéis a algunas clases particulares para que os refuercen lo que peor lleváis. Además, haced lo mismo que he comentado a vuestros compañeros: resúmenes, ejercicios, etc.”

Y entonces se giró al Gordo, y todos esperábamos una batería de consejos, técnicas de estudio y mucho buen rollo. En su lugar, el psicólogo le dijo: “¡A ver si estudiamos un poco, cojones!” Y con eso acabó su tanda de consejos.

2011-09-05 11:58 | 3 Comentarios