UNA AMISTAD A TIEMPO PASADO
El cotillón de fin de año había terminado, y de repente nos encontramos al borde del alba, con las corbatas en los bolsillos, las camisas manchadas por alguna copa derramada y los zapatos hechos una pena a base de pisotones, pisar un suelo sucio y la lluvia de papelillos que alguien, tal vez creyendo que era carnaval, no había dejado de lanzar en toda la noche. Estábamos cansados, casi diría que derrotados, pero no queríamos irnos a casa. Encontramos una cafetería abierta, el interior abarrotado y las mesas de la calle vacíos, y no tardamos en juntarlas, ordenar tres raciones de churros y siete u ocho chocolates bien calientes. Hacía un frío horrible, pero nos daba igual. Estamos entre amigos, no podíamos ser más felices. Augusto me dijo al oído, con la voz totalmente perdida por culpa de los excesos de la noche: “Ojalá este momento fuese eterno.” Yo llevaba poco alcohol en el cuerpo, pero el no dormir me tenía bastante aturdido. Sin embargo, recordé algo que había leído en alguna parte: “No durará por siempre, así que disfrútalo ahora.” Tal vez lo dije porque sentía que aquel era nuestro último año de colegio, y después nuestros caminos se separarían en diferentes facultades y ciudades; tal vez simplemente me pareció una frase interesante. Pero Augusto se la tomó muy en serio, y agarró por banda a un pobre camarero al que medio obligó a sacarnos una foto. Un par de semanas después, mi amigo nos dio una copia de la foto a cada uno de los que salíamos en ella. Eran otros tiempos, las fotos se imprimían. No sé si firmó la de todos, y de ser así tampoco sé si a todos nos puso lo mismo. La mía decía: “¡Aunque nunca más nos veamos, quedará esta foto!” Hace varios años que no veo a Augusto, desde que se fue de Cádiz. A la mitad de los que salen en la foto ni siquiera los saludo si me los encuentro por la calle, y uno en concreto sé que se cambia de acera con cierto disimulo cuando me ve. Pero es verdad, queda aquella fotografía, la he encontrado hace unos minutos y en la expresión de aquellos rostros desconocidos (mi pareja a duras penas ha sido capaz de identificarme) hay una euforia, un vínculo de amistad y de camaradería que me parecen totalmente extraños. La fotografía es una alquimia extraña. Me ha hecho añorar incluso a aquellas personas que me alegro de no ver.
2011-06-28 08:45 | 2 Comentarios
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Comentarios
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De: CorsarioHierro |
Fecha: 2011-06-28 11:03 |
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Nuff said. Sobran las palabras.
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