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LA RUPTURA DE PACODurante los años de colegio, apenas me topé con un puñado de compañeros que compartiesen mis mismas aficiones. De nuestro grupo, que acabó siendo bastante numeroso, apenas cinco o seis jugábamos al rol y sólo la mitad leíamos cómics. Por el contrario, al llegar a la universidad descubrí muchos aficionados a los cómics, al rol y a la literatura fantástica. Imaginaos cómo era la cosa que, en los ensayos de la tuna, se intercambiaban cómics de la Justice League of America. Tuvimos un profesor de medieval que jugaba a Vampire: Dark Age, y que al terminar su contrato montó una tienda de rol en su pueblo, y un profesor de historia moderna que aún conserva una enorme colección de juegos de tablero de Avalon Hill. En la facultad había una tasa de frikazos muy grande. Paco era, qué duda cabe, uno de los peores. Sabía tocar el laúd, leía en inglés antiguo mejor que en inglés moderno, no tenía ni idea de informática y se había leído no sé qué novelón en latín, que ya son ganas. Estudiaba Filología Hispánica, o eso creía su madre, porque el chico estaba todo el día en la cafetería jugando a Magic o en la casa de la tía, vacía en esta época del año, jugando al rol. Alguna vez se le vio en la biblioteca leyendo Conan. El bueno de Paco se sacó una amiga, aunque me vais a perdonar si no recuerdo su nombre: la conocí muy poco. Era una chica agradable, un poco tímida, como éramos todos el primer años de carrera. Se habían conocido en copistería, y lo que había comenzado como una relación de intercambio de apuntes acabó con unas cervezas, un cine, más cervezas y una nueva visita relámpago a la casa de la tía, sólo que aquella vez nadie lanzó dados. La cosa parecía ir bien, pero al mes o así Paco nos dijo que iba a dejar de verla: “No sé de qué hablar con ella. Por verla he dejado de ir a jugar al rol, me da palo sacar una novela de fantasía cuando estamos en la biblioteca, no me atrevo a invitarla a ver pelis de ciencia ficción... pienso que se va reír de todo lo que hago y de todo lo que me gusta. No me siento bien: tengo novia pero no soy yo.” ¿Qué hicimos los compañeros? Animarle, claro. Lo más importante es estar a gusto con uno mismo, faltaría más, y si no hay temas en común, pues adiós y muy buenas. Lo dejaron y, poco después, el curso acabó. Paco acabó estudiando otra cosa, no recuerdo qué, pero se marchó de Cádiz. A ella no la volví a ver... hasta hace un par de años. Estaba en el salón del manga de Jerez cuando, de repente, me topé con una Elric de Melniboné increíble. Me quedé mirándola un rato cuando, de repente, ella me miró, se acercó y me saludó... ¡era la ex amiga de Paco! Aquella cuyo nombre no recuerdo. Tras la conversación de rigor sobre lo qué estábamos haciendo (ella tampoco siguió con la carrera, por cierto) me preguntó si me gustaba su caracterización de Elric: “Es perfecta: el pelo blanco, las lentillas rojas, la espada negra... ¿pero tú de qué conoces a Elric?” “De mi hermanos mayores, que desde pequeña me dejaban todos sus tebeos y novelas, y encima me llevaban a jugar al rol.” Paco, menudos huevos los tuyos... ¿¡cómo no se te ocurrió preguntarle sobre sus gustos!? 2011-06-20 23:42 | 1 Comentarios Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://gadesnoctem.blogalia.com//trackbacks/69953
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