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ASÍ SON LAS MUJERES, JOSE

“Te voy a enseñar cómo son la mayoría de las mujeres”, me dijo Richi un buen día. Y es que de física, inglés, lengua y matemáticas, Richi no sabía nada, pero de mujeres, ¡de mujeres!, de ellas sabía muchísimo. La verdad es que no tengo muy claro de dónde salía aquel conocimiento, puesto que en tres años de amistad no le había conocido más que una efímera novia, aunque le dio un beso, claro, aunque obviamente sin lengua. Richi, además de sabio, era un caballero.

Yo, en el colegio, creía que no había materia que no se pudiera aprender a base de pura teoría. ¿Acaso no nos enseñaban física y química sin pisar un laboratorio, literatura sin leernos un solo libro completo, inglés sin mantener una sola conversación en dicho idioma? Pues por esa regla de tres, de las mujeres se podía aprender mucho sin necesidad de tratarlas.

“Existen muchos tipos de mujeres, Jose”, me aseguró Richi. “Altas, guapas, bajitas, feas, gorditas y canijas... pero en el fondo todas son iguales: cabronas. Pregúntale al Cubano o a Kike y te lo confirmarán.” Era difícil de saber si aquellas confirmaciones tendrían algún valor, puesto que ambos habían tenido sólo una novia, y en ambos casos les habían dejado, por lo que no esperaba que sus opiniones fueran muy neutrales.

“¿No me crees?”, me preguntó mi amigo al ver que dudaba. “Pues te puedo poner un montón de ejemplos. Mara, con lo que yo la quería, y me dejó.”

“Hombre, no te dejó... es que vivíais lejos y así no se puede llevar una relación.”

“Que no, que no. Mara es una cabrona. ¿Te puedes creer que todavía me escribe? ¡Me deja diciendo que la distancia es muy grande, y luego va y me escribe!”

“Ah, ¿pero te escribe?”

“Sí, cada dos o tres semanas, recibo una carta suya.”

“¿Y qué le dices? ¡La pondrás a parir!”

“Bueno, sí... no, claro... a parir no, más bien...”, Richi se quedó en silencio, gesticulando, como si de esa manera todo se entendiese mejor. “Mira, que yo no soy tan cabrón como ella, así que le respondo cosas normales, porque soy buena gente y no guardo rencor.”

“Ah, pues vaya.”

“Y no estamos hablando de mí, hablamos de las mujeres, que son unas cabronas. Mira al Gresmane, que salió con aquella chavala, Virginia, que le dejó tirado de la noche a la mañana.”

“¿Gremane, Alfredo Gresmane? ¿El repetidor?”

“Ese, ese mismo. La novia le dejó aunque él estaba enamoradísimo. ¡Si lleva dos fines de semana sin salir!”

“Ah, pues yo había escuchado que lo habían dejado, sí, pero porque él le había puesto los cuernos con otra.”

“Hombre, si a eso se le pueden llamar cuernos...”

“Decían que lo pillaron besándose con otra.”

“Eso no son cuernos... eso es que estaba borracho. Pero él lo hizo sin maldad, vamos, que aunque se besara con la otra, a él la que le gustaba era su novia.”

“¿Y si le gusta su novia, por qué se besó con otra?”

“¡Jose, coño, qué cosas tienes! ¡Tú lo que pasa es que eres un feminista de esos, que no toleras nada!”

Y así me quedé, sin aprender nada sobre mujeres y siendo un intolerante.

2011-04-18 08:46 | 3 Comentarios