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UNA FINAL PORNOGRÁFICA

La Final del Falla. A ningún gaditano se le explica lo que significan esas palabras: nacen sabiéndolo. La Final es, más que ningún pregón, presentación oficial o comilona popular, el auténtico anuncio de la llegada del Carnaval, cuando los amigos se reúnen para escuchar las agrupaciones, cuando los diferentes concursantes lo dan todo, y en el largo fin de semana que sigue (sábado, domingo y lunes de resaca) se inunda la ciudad de coros, chirigotas, comparsas, cuartetos y romanceros que, con diferentes recursos y preparación, atraen a decenas de miles de curiosos y aficionados.

En 1995 yo andaba un poco nervioso, porque iba a presenciar mi primera Final del Falla; entiendanme, la primera en condiciones, en una casa que no fuera la mía y con una compañía que no fueran mis padres. En aquel entonces yo era bastante tímido, y aunque con mis amigos charlaba bastante, en general me retiraba a un segundo plano cada vez que aparecía gente nueva. Puesto que íbamos a ver la final en casa de un primo de mi amigo Richi, Nando, no es de extrañar que hiciera como el turista que visita por primera vez un sitio sorprendente: me quedé en silencio y seguí al grupo.

Nando era bastante buen tipo, la verdad. Él sólo se había encargado de transformar el salón de una casa rancia que sus padres tenían para alquilar en verano, colocando una gran cantidad de colchones en el suelo, buscando mantas y cojines por todas partes, preparando un montón de comida como pinchitos y perritos calientes... Sin embargo, el resto de sus amigos eran un poco más raros. Uno de ellos en concreto, Dani Leal, que había sido compañero mío de clase un par de años atrás, tenía en concreto una obsesión desmedida por el sexo. Sí, es cierto que con catorce y quince años todos tenemos una obsesión desmedida por ese tema, pero leñe, lo de Dani era exagerado. Como me tocó el colchón justo al lado suya, pude “disfrutar” de una laaarga conversación sobre todo lo que quería hacerle a su novia pero ella no le dejaba hacer.

Cuando llevábamos apenas una hora viendo las agrupaciones, Nando no pudo resistirse y sacó una revista porno. Obviamente llamó nuestra atención y la ojeamos, pero puesto que lo que allí se veía podía esperar, y que la pantalla del televisor no nos iba a dar tregua, rápidamente perdimos interés (o mejor dicho, lo pospusimos). Cuando llegaron los primeros anuncios, decidimos mirar la revista, pero no fue posible, puesto que Dani nos había preparado otra sorpresa: ¡una película porno! Hoy día, ver una película porno puede parecer algo bastante sencillo, bastando con sintonizar cualquier canal de poca monta a media noche o conectarse a Internet, pero en 1995 sólo había tres posibilidades de ver una película porno, y puesto que la primera consistía en pagar Canal + y la segunda consistía en ser mayor de edad y poder alquilarla o comprarla, la tercera opción era la más asequible: esperar a que alguien apareciera con una.

Como si fuéramos un ejército de zombies, nos quedamos callados ante aquellas imágenes y, sinceramente, incluso a aquella trama. La película se llamaba Universitarias calientes 2 y, sinceramente, fue mejor motivación para llegar a la universidad que todas las charlas que a lo largo de los siguientes años nos iba a dar en el colegio. Nos la vimos enterita, como si la Final ya no tuviera sentido. Al terminarla, eso sí, seguimos viendo el concurso.

Durante varias horas más, tapados con las mantas y con las luces apagadas, dormitamos a ratos, vimos lo que pudimos, intentamos no pisar a nadie cuando íbamos al baño o a por algo más de comer (estábamos en colchones dispersos por el suelo y a oscuras, por lo que no pisarse unos a otros se volvió un auténtico juego de habilidad). Finalmente, llegó el fallo del jurado y el concurso concluyó.

Mientras nos preparábamos para irnos, Dani nos dijo con cierto tono de orgullo: “Yo tres”. Todos parecieron entender lo que estaba diciendo, todos menos yo. ¿Estaba hablando de una quiniela que habían hecho sobre quién ganaba los primeros premios? ¿Acaso comentaba los días que iba a salir de cachondeo por ahí? Cuando pregunté, Nando me dijo: “No, quiere decir que se ha hecho tres pajas a lo largo de la noche”. Al ver mi cara de asco y sorpresa, Nando me confesó: “¿Por qué crees que insistimos tanto en que te pusieras junto a él?”.

Por si acaso, nunca volví a ir a una Final con Dani.


2011-03-07 13:14 | 2 Comentarios


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Comentarios

1
De: Anónimo Fecha: 2011-03-08 20:22

No era para menos, todo oscurito y lleno de mantitas...



2
De: Jose Joaquín Fecha: 2011-03-08 22:06

Jajaja, si es que el ambiente invitaba... menos mal que no tuve que compartir manta.





  

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