DESPUÉS DEL LUTO
Tres meses se llevó el Cubano llorando y maldiciendo, sin salir o saliendo poco y a la fuerza. Tres meses de amargura para comenzar a superar su ruptura con Macu.
Aquel tiempo lo llamamos “el luto”, porque en el colegio nos habían llevado al teatro a ver La casa de Bernarda Alba de García Lorca, y el encierro de nuestro amigo nos recordaba al largo cautiverio al que Bernarda sometía a su familia. Pero no se equivoquen, lo del luto no lo decíamos con mala leche ni con ánimo de burlarnos del Cubano, pues a fin de cuentas aquella había sido su primera novia (al menos, la primera seria, ya saben... ¡con besos!) y, por si eso no fuera suficiente, Macu era mucha Macu. No, no había burla alguna por nuestra parte.
Pasó el tiempo y el Cubano se fue recuperando. Comenzó a jugar al rol de nuevo, la música que sonaba en su cuarto ya no tenía ese tono deprimente que invita a cortarse las venas con un calcetín, y poco a poco las salidas a la calle se fueron normalizando, sin que cada noche significara una borrachera con llantina. Lo de que “el tiempo todo lo cura” nos había parecido un dicho ingenioso, pero en aquellos días de recuperación comenzó a parecernos una verdad universal.
Pasó algo más de tiempo, quizás medio año o un poco más, y el Cubano terminó por recuperarse. Le gustaban otras chicas, hacía planes para el verano, se escapaba de clases cuando podía... volvía a ser un adolescente.
Un día, quizás un año después, volvimos a encontrarnos con Macu. Iba con otro chico, por la acera de enfrente, pero aún así alcanzó a vernos y nos lanzó un efusivo saludo. Miré al Cubano preocupado y le pregunté cómo se encontraba.
“Bien. No tengo ningún problema con ella. De hecho, cuanto más lo pienso, más convencido estoy de que nunca me llegó a gustar. Fue un encaprichamiento, pero en verdad nunca me gustó demasiado.”
Me quedé mirándolo, sorprendido de aquella declaración que contradecía meses de agobios y bajones. Él reanudó el ritmo, sin darle mayor importancia a lo dicho. Aún me pregunto si realmente llegó a creerse su propia mentira.
2011-01-19 09:20 | 2 Comentarios
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Comentarios
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Qué mala leche tienes. La historia alegre de recuperación, seguida de una prueba crítica que el muchacho supera felizmente, todo está bien... y en la última frase, POM, mazazo. |
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