PARECEN FANTASMAS
“Hay que ser idiotas para casarse”. Aquellas palabras las dijo Amelia hace más de una década, cuando paseábamos por delante de una iglesia y vimos salir a una pareja de recién casados, cubriéndose de una lluvia de arroz. No dejo de pensar en aquellas palabras mientras veo las fotos de su boda, recién colgadas en su blog.
Amelia fue mi primera novia, aunque posiblemente no mi primer amor. Eso no impidió que compartiéramos muchas cosas: libros, películas e incluso algún que otro cómic. Y también muchos besos tímidos, alguna caricia que me dejó sabor de culpabilidad y largos paseos por la playa. Aún la recuerdo con mucho cariño.
Se fue a Madrid con su familia, y durante años no supe nada de ella. Su dirección aún la conservo apuntada en una servilleta (aunque hace mucho que no vive allí), con esa letra clara y ese corazón a modo de punto y final. Sin embargo, nunca le mandé ni una sola carta: simplemente no sabía qué podía escribirle. Con el tiempo, con los mails, retomamos el contacto, aunque creo que se desilusionó bastante al descubrir que “su” Jose había desaparecido y en su lugar sólo estaba yo.
Yo también tengo la sensación de que aquellos recuerdos que encierra mi cabeza no son míos, como si fueran fragmentos de una teleserie o una película que intentan hacerse pasar por reales. Recuerdo sus labios forjando una sonrisa, el tono de aquellas palabras que tanto me sorprendieron (“me gustas”), el calor de aquellos dedos que se entrelazaron con los míos, tan fríos, aquella noche de poniente en la playa. Lo recuerdo, pero no siento nada al volver a aquellas imágenes y sonidos, como si fuesen parte de la memoria de otra persona y, por algún error absurdo, se han traspapelado en mi cabeza.
Apenas tenemos tres o cuatro fotografía juntos, y en una sólo se ven nuestras sombras. Intento recordar cuándo nos las tomamos, pero mi memoria parece no tener constancia de que aquellos momentos existieran. Podrían ser un montaje, aquel muchacho delgado y tímido podría ser cualquiera menos yo.
“Hay que ser idiotas para casarse”. Quien dijo esas palabras fue una Amelia que ya no existe. Quien las escuchó fue un Jose que ya tampoco existe. Pero entonces, ¿quiénes son esos dos que me miran desde el otro lado de las fotografías? Parecen fantasmas.
2010-11-01 00:15 | 4 Comentarios
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Comentarios
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Muy melancólico, introspectivo te leo aquí. Pero bueno, hoy día, con la proliferación de cámaras digitales y redes sociales de internet, hay más "fantasmas" (o similares), que personas reales, ¿no? |
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Se pasó otra epoca viniendo a cádiz... no se si conoces esas historias... Esta navidad te las cuento con una cerveza delante |
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No, de eso no tenía idea. Me temo que, mientras nos tomemos esas cervezas, me reiré mucho con algunas historias bizarras... |
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