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LOS VIEJOS ALUMNOSPoco después de haber salido del colegio, alguno de los curas decidió revivir la Asociación de Antiguos Alumnos. Nos llegaron invitaciones, se hizo una especie de misa/cena/copichuela y nos encontramos hombro con hombro tanto adolescentes que aún no terminábamos de afeitarnos con señores que estaban al borde de la jubilación. Esto de ser antiguo alumno es muy curioso: el pasado te importa un comino, lo que realmente te interesa es TU pasado, por lo que obviamente no tienes el menor interés en encontrarte con gente no ya de treinta o cuarenta años por encima tuya, sino que incluso gente con cuatro años más te resulta indiferente. A pesar de que aquello era un poco caótico, tantas y tantas promociones allí rebujadas, los curas se organizaron a las mil maravillas, recogieron ideas, saludaron a todo el mundo, actualizaron las agendas donde apuntaban con avidez el nombre, apellido y dirección de los que no habían venido o de los que no tenían constancia alguna. Mi grupo de amigos dio una idea bastante buena: hacer una ludoteca. Aunque no éramos muy numerosos, en el colegio había habido jugadores de estrategia y rol desde los primeros años 80, y pensamos que sería bonito que se nos cediese un lugar para jugar todos juntos, los sábados por la mañana o cualquier otro día, comparando gustos, fobias, reglamentos, etc. A uno de los curas le pareció estupendo, nos apuntó y prometió ponerlo todo en marcha en cuestión de días. Una semana después me encontré paseando al cura que nos había tomado la dirección. Me comentó, muy entusiasta él, que ya lo tenía todo listo y que había enviado las invitaciones. El lugar que se había reservado era la cafetería, para que tuviéramos mesas y sillas de sobra. Yo alucinaba, por supuesto, me parecía imposible que fuera tan sencillo. Al día siguiente me llegó el sobre con la invitación. Que si la A.A.A. me invitaba cordialmente y bla bla bla a una actividad semanal para recuperar los lazos de bla bla bla de tal manera que esta semana comenzaba el primer torneo de dominó. Ea, con dos cojones. Cuando unos días después me encontré otra vez al cura de marras, me dijo que no me había visto ni a mí ni a mis amigos. Le expliqué que nosotros no éramos muy amigos del dominó. Por supuesto, él encontró una solución: a partir de la próxima semana, también habría torneos de mus.
2010-08-31 07:25 | 8 Comentarios Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://gadesnoctem.blogalia.com//trackbacks/67607
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