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OLÉ OLÉ - VOY A MIL

Vicky Larraez es para mí, y supongo que para muchos otros, la auténtica voz del grupo Olé Olé, antes de que la sustituyera Marta Sánchez con su look Marylin. “Voy a mil” es una de las canciones emblemáticas, pero sobre todo un magnífico ejemplo de la personalidad que aportaba la voz de Vicky.

Cuando escuchaba la canción de niño, no podía pensar en una mujer fatal. Pero no de una forma peyorativa, sino con auténtico interés. Imaginaba una muchacha que se sentía libre, que podía hacer lo que quisiera (¡si incluso bebía Martini!), que no sabía si podría parar y, lo más importante, no le importaba.

Cuando éramos pequeños pensábamos, paradojas de la vida, en la adolescencia como una época de libertad prácticamente absoluta. A lo mejor tenía que ver con lo que veíamos en las películas americanas, que nos hacían soñar falsamente con una adolescencia en la que tendríamos coche, novia eterna e incluso viajes por Europa. A lo mejor tenía que ver con la idealización que tenemos de la adolescencia, con los adultos diciendo que fue su edad dorada, con nuestros padres diciendo que podríamos hacer tal o cual cosa cuando fuéramos un poco más mayores.

“Voy a mil” era la canción que explicaba qué era la adolescencia, que me hacía soñar con años locos, con chicas salvajes y divertidas, noches sin fin. Y en ocasiones la canción acertó.

VOY A MIL

Voy a mil

y no puedo parar

inútil controlar mis deseos

y apunto los minutos, batí mi propio record

Voy a mil,

pensando en no sé qué

tranquilízate, no te asustes

mis huellas se desgastan, tus pistas me despistan

Dime cuando, cuando me quedaré quieta

Ahora quiero todo en este momento para mí

Voy a mil