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PREGUNTAS Y RESPUESTAS 2: EL PLAN DE WEBER

Debo especificar que Raúl Solano no era mal profesor. Que nos planteásemos copiar en su asignatura (Inglés) no se debía a la dificultad que ésta entrañaba, sino a las pocas ganas de estudiar que teníamos.

También es cierto que, por muy divertidas que fuesen sus lecciones, uno no terminaba de enterarse de nada. Para que ustedes se imaginen, les comento que las clases solían discurrir de la siguiente manera: Nada más entrar por la puerta, nos burlábamos de su equipo de fútbol favorito, que solía perder por goleado un domingo sí y otro también. Raúl se lo tomaba con tranquilidad, y se pasaba los siguiente minutos metiéndose con el Cádiz, que también solía perder por goleada. Después hacíamos ejercicios que intercalaba con bromas, anécdotas (creo que inventadas) sobre Reino Unido y cotilleos varios. Pero lo mejor eran sus exámenes, unos larguísimos test que solíamos hacer usando el tradicional método de la quiniela (cerrar los ojos, rellenar los recuadros, rezar). Y digo que eran lo mejor porque, por suerte o por estadística, incluso aquellos que no sabíamos ni dónde estaba la capital de Inglaterra podíamos sacar un digno 2 o 3.

Al parecer, Weber sabía cómo conseguir una copia de los exámenes, pero necesitaba nuestra ayuda. Richi, el Cubano, Augusto y yo estábamos dispuestos a darle toda nuestra ayuda. Kike se había rajado, temiendo que le suspendiesen a perpetuidad en caso de que nos cogiesen. Alvarito, que estaba repitiendo 1º, ni siquiera lo tenía como profesor.

“Esto no puede saberlo mucha gente” nos advirtió Weber, “ya os podéis imaginar la cara que se le pondría a Solares si todo el mundo sacase un sobresaliente en el examen final. Se olería que algo raro había pasado.”

Richi y el Cubano eran compañeros de clase en la C, Weber y yo estábamos juntos en la B, Augusto estaba solo en la E. Es decir, que si jugábamos bien nuestras cartas (o nuestras chuletas) no habría manera de que nos pillaran.

“¿Y cómo vamos a conseguir copia de los exámenes?” preguntó Richi, con cierto aire de desconfianza. A fin de cuentas, Weber era bastante buen estudiante, y no quedaba del todo claro cual era su interés en todo este asunto.

“Solares tiene, en la sala de profesores, un armario. De hecho, todos los profesores tienen uno” explicó Weber, con la misma seguridad que un genio malvado expone su plan para capturar al héroe. “En él guarda un montón de modelos de exámenes, además de los libros, las listas de clase, etc. Un día que le ayudé a cargar los trabajos del trimestre, me enseñó un montoncito de exámenes perfectamente catalogados, y me explicó que siempre tenía los exámenes preparados con mucha antelación, perfectamente ordenados, catalogados incluso por curso. ¿Qué se siente al estar tan cerca de tu examen final?, bromeó, y rápidamente los volvió a guardar.”

“Anda, entonces está tirado: lanzamos una bomba de humo para que nadie nos vea, noqueamos al conserje, usamos una llave maestra a lo James Bond, microfilmamos los exámenes y santas pascuas” dijo burlonamente Augusto, que no tenía muy claro que quisiera participar.

“No seas gilipollas, Augusto” se enfadó Weber, “hay una forma muy fácil de conseguir abrir el armario.”

“¿Y si es tan fácil, por qué no lo haces tú solo?” habló, por primera vez, un Cubano que necesitaba desesperadamente aprobar.

Hubo un silencio. Weber parecía un poco reticente a dar explicaciones, pero algo había que decir, así que acabó explicando su estrafalario plan: “Porque para que salga bien, Richi tiene que ligarse a una pava de 1ºB.”

Aunque no había bombas de humo ni microfilms, aquello se parecía cada vez más a una película de Bond.

2008-06-18 00:18 | 13 Comentarios