Inicio > Historias > EL VECINO MORENITO | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
EL VECINO MORENITOSi algo diferenciaba a Kike de todos nosotros, no eran las buenas notas, las clases de piano, el dinero de su padre ni el chalet de Roche… eran sus buenas maneras. A nuestro amigo lo habían educado como si de un caballero andante se tratara, un caballero moderno, con una corrección absoluta. Aunque nunca hablamos sobre ello, siempre creí que se lo pasaba tan bien con nosotros porque no necesitaba adoptar esa pose de gentilhombre. Con nosotros podía ser el garrulo desenfadado que todo adolescente necesita ser en ciertos momentos. Con nosotros podía beber de la botella, eructar, apurar el cigarrillo hasta la colilla y mirar con pasión a todas las chicas que pasaban… no obstante, esto último se acabó cuando comenzó a salir con la Topo. El problema de Kike es que sus padres le habían enseñado que el culmen de la corrección era no decirle a la gente sus defectos a la cara. Desgraciadamente, sus padres creían que ser “diferente” en cualquier cosa era un defecto. Así que nuestro amigo desarrolló una habilidad asombrosa para dar rodeos y no decir lo obvio. De las muchas veces que este talento suyo le metió en líos, recuerdo con especial cariño la vez que nos topamos con su vecino Pierre del décimo. Un vecino que era negro, pero negro como el betún, negro como los negros de las películas americanas. Hoy día puede que una persona negra no sorprenda demasiado, pero en aquellos tiempos sólo se veían en las películas y en la serie de Cosas de Casa. Un día que acompañaba a Kike a su casa, nos encontramos con el susodicho vecino esperando al ascensor. Como nos era muy difícil no mirarlo, el ascensor no bajaba y el silencio se hacía incómodo, Kike decidió entablar conversación. “Disculpe, Pierre, ¿usted de dónde es?” Con excelente acento gaditano, Pierre respondió: “De Grenoble, Francia.” “¡No lo parece!” respondimos Kike y yo a la vez. Pierre sonrió y nos comentó: “¿Lo decís por el acento? Es que llevo ya muchos años viviendo en Cádiz.” Kike se fue de la lengua y dijo: “No, si no es por el acento es por la piel…” rápidamente sintió que había cometido un grave error: había recordado a aquel hombre que su piel no era como la nuestra (vamos, como si Pierre no se hubiese dado cuenta). Pierre no pareció darle importancia al comentario, posiblemente porque sabía que en Cádiz no era habitual encontrar a gente negra, y ya estaba acostumbrado a que le preguntasen de dónde era. Pero Kike intentó enmascarar lo que era enmascarable, y le dijo: “Vamos, quiero decir que como usted es morenito…” Pierre y yo abrimos los ojos como platos. Rápidamente Kike intentó corregir: “Quiero decir que como usted es de color…”. Pierre le miraba con cara de extrañado. Kike lanzó su última posta: “Vamos, que quiero decir que usted es no-blanco…” Sin rastro de enojo, pero un poco aturdido por la verborrea de Kike, respondió: “No chico, yo lo que soy es negro.” No sólo era ridículo enmascarar lo obvio, era ridículo pensar que alguien podía enfadarse por un simple color. 2008-06-09 00:28 | 8 Comentarios Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://gadesnoctem.blogalia.com//trackbacks/57873
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