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PRÁCTICAS DE CIENCIA: ¿QUÉ TE PASA, CORAZÓN?Decíamos en el colegio que los Hombres (es decir, los chavalitos adolescentes que no teníamos que pelusilla en el bigote) éramos valientes, nada aprensivos y amigos de las visiones fuertes; las Mujeres, por el contrario, eran chillonas, asustadizas y algo blandengues. No obstante, aquella mañana, cuando El Bóxer nos ofreció lanzó sobre la mesa del laboratorio hasta diez corazones frescos, fue imposible distinguir cuales procedían de las nenas y cuales de los machotes. ¿Para qué queríamos diez corazones? Para diseccionarlos, claro está. Nada mejor que un corazón para explicar el tema de la presión y la circulación sanguínea. Obviamente los corazones no eran humanos, sino de ternera, aunque puedo asegurar que daban el pego perfectamente. Creo que a la clase siguiente le dieron para diseccionar cerebros (no sé si de ternera o de cabrón) y allí sí que hubo gente que vomitó. Creo que El Bóxer disfrutaba secretamente con nuestro asco, no por maldad, sino porque así nos demostraba que no dejábamos de ser niños, no los seres adultos y valerosos que nos gustaba imaginar que éramos. Lo cierto es que no puedo explicar mucho de la práctica. Como la mayoría de las clases de aquellos días, olvidé prácticamente toda la información a las pocas horas de salir del colegio… ¡sólo espero no tener jamás que operar a un ternero a corazón abierto! No obstante, y a pesar del asquito inicial, fue una práctica divertida y un poco gore. Alguien se dedicó a hacer malabares con los corazones cuando El Bóxer no miraba, y lo cierto es que era un espectáculo tan dantesco y divertido que a duras penas parecía real.
Dos o tres horas después de acabada la práctica, después de un recreo, El Bóxer interrumpió la clase que estábamos dando. Tenía cierto aire aturdido, y su nariz rota parecía dar pequeños brincos de estupefacción. “Perdonad que interrumpa, pero… ¿Alguno no se habrá llevado sin querer uno de los corazones?” nos quedamos un poco atónitos, ¿cómo puede uno llevarse sin querer un corazón? Vale que se te vaya la pinza y te lleves el boli que te ha prestado el profesor en el examen, o te guardes la calculadora de tu compañero… ¿pero un corazón? Todo el mundo puso cara de sorpresa, negamos rotundamente y nos sentimos indignadísimos por la acusación. “No he dicho que lo hayáis cogido adrede, digo que alguien pudo haberlo cogido por error.” insistió El Bóxer. Nosotros nos indignamos aún más y le hicimos desistir.
Poco después nos enteramos que una clase (creo que una de los pequeño de E.G.B.) había encontrado un corazón en el vestuario del gimnasio, y que inmediatamente habían pensado que era un corazón humano, por lo que la gente empezó a correr, acojonada, pensando que no muy lejos debía haber un cadáver con el pecho abierto. Menos mal que el profesor de Educación Física se las sabía todas y rápidamente llamó al Bóxer, que identificó como suyo el corazón extraviado. Como después de nuestra estancia en el laboratorio había desaparecido el corazón, y como antes del recreo nosotros habíamos sido los últimos en dar Educación Física, sumaron dos y dos y rápidamente comprendieron que había sido alguien de nuestra clase quien lo había robado. Como no salió el culpable, pena penita pena, nos tuvieron el resto de la semana haciéndonos correr el test de Cooper. No sé quién fue el culpable de aquella fechoría, pero valió la pena la pechá de correr que nos tuvimos que pegar, sólo por imaginarnos aquella avalancha de niños aterrorizados. 2008-05-15 00:17 | 7 Comentarios Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://gadesnoctem.blogalia.com//trackbacks/57396
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