SANGRANDO TABACO
Les decía ayer que Augusto tenía una costumbre doblemente desagradable: fumar a cuenta ajena. Todo fumador ha echado alguna vez un pitillo a cuenta de otro, eso es normal, pero es que Augusto los echaba todos de aquella manera. Hoy porque se le olvidaba el paquete, mañana porque no tenía dinero, pasado porque la madre le había confiscado el tabaco, el hecho era que salir con nuestro amigo era sinónimo de pagarle el vicio. Puesto que yo no fumo, todo esto me tendría que haber dado igual, de no ser porque el muchacho no tenía reparo en pedirte cuatro duros para comprarse un cigarrito de camino al colegio. Un día que estábamos hartos pensamos en darle una lección. Decidimos comprarle el paquete de tabaco más malo que encontráramos (dícese el más barato) e invitarle. Estábamos dudosos entre la marca “Lola”, cuya cajetilla parecía haber sido diseñada por Andy Warhol en un momento de sobredosis, o “NB”, que era lo que fumaban los abuelos que no podían costearse los “Ducados” extralargos. Al final elegimos la segunda marca, que además de ser más barata tenía mucho peor pinta. Sin embargo, en contra de todo pronóstico, Augusto agarró aquellos cigarrillos -- que olían como si alguien los hubiese rociado con orina de gato -- y se los fumó tan felizmente como si fuesen habanos. Tabaco gratis era tabaco gratis. Había que hacer algo grande, algo gordo, y el bueno de Alvarito tenía la solución. Hacíamos un cigarro a mano, poniéndole algo de tabaco al principio, para que encendiera bien, pero rellenando el resto del pitillo de serrín. Aquello no sólo no quemaba bien, sino que además sabía asqueroso. Dicho y hecho, al día siguiente ya teníamos nuestro cigarro-trampa preparado, y se lo ofrecimos a nuestro gorrón con la mayor de las diligencias en el recreo del colegio. “¿Tabaco de liar” preguntó, tal vez sospechándose algo. “Es que es más barato y te dura más” corrió a explicar Alvarito, que otra cosa no, pero de tabaco sabía más que los de Tabacalera. Confiado, Augusto encendió el pitillo. Perfecto. Dio una ligera calada y se tranquilizó al ver que sabía normal. Sin embargo, a la segunda calada algo raro notó en el sabor, pero aún así no dijo nada. A la tercera chupada, el mal sabor se mezcló con un olor infernal. A la cuarta, aquel veneno no ardía por más que Augusto absorviera. Todos nos sonreíamos, esperando a ver su reacción. Para nuestra sorpresa, se guardó el medio cigarro que le quedaba para luego. “Pues sí que es verdad, dura más, pero que mucho más.” Aún hoy no tengo claro si nos estaba siguiendo la broma, o si era tan educado que no se atrevía a quejarse del tabaco que nos sangraba.
2008-02-24 11:05 | 3 Comentarios
Referencias (TrackBacks)
URL de trackback de esta historia http://gadesnoctem.blogalia.com//trackbacks/55814
Comentarios
1
|
De: Jose Joaquin |
Fecha: 2008-02-24 11:11 |
|
Menuda publicidad: "Échale el humo a la cara y te seguirá a cualquier parte."
|
3
|
De: Addu |
Fecha: 2019-07-06 12:07 |
|
Thank you for sharing your details and experience author's website I think it very good for me.
|
|