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LA REVISTA GUARRA

La mejor colección de cómics de toda la pandilla la tenía, qué duda cabe, Richi. Tenía un montón de historietas de “Punisher”, del “2099”, algunas cosas del “Juez Dredd” y un montón de manga. Entre aquella basta cantidad de cómic japonés se encontraba “Video Girl Ai”, que en aquel entonces me parecía una serie excepcional, mi aún amada “3x3 Ojos”, la serie ultraviolenta de “El Puño de la Estrella del Norte”, y “Dragon Ball”, claro.

Guardaba todos sus cómics en un hueco a modo de repisa o estantería que tenía casi a ras del suelo, junto a un escritorio lleno de libros de texto que nunca se abrían. Allí nos arrodillábamos a escarbar, entre páginas amarillentas y olor a papel recién impreso, mientras pasábamos las tardes hablando de películas y proyectos, o entre partida y partida de rol.

Un día, mientras rebuscaba, Kike dio un gritito de expectación. Hasta gritando era pijo y excesivamente bien educado, la leche que mamó, que niño más correcto. Rápidamente se puso de pie y nos enseñó una revista (que no un cómic) a todo color, con una foto de una chica desnuda que aguantaba unos pechos operados y miraba con falseada sensualidad al lector (o mejor dicho mirador, porque en aquella revista había poco que leer). Todo el magazine estaba estampado por cuerpos desnudos y exageradamente sexuales, que con labios entreabiertos y miradas cómplices incitaban al lector a sentirse deseado.

Aquella era la primera revista porno que yo veía en mi vida. Supongo que a falta de Internet, éramos bastante más inocentes de lo que ahora son los chavales de 15 años. Todos rodeamos la revista y, con miedo a tocarlas, no fuésemos a excitarnos al rozar aquellas pieles de papel impreso, fuimos contemplando aquellas espléndidas figuras. Hubo un silencio enorme, sólo comparable al que experimenta un arqueólogo cuando descubre un secreto sepultado miles de años atrás.

“Regálamela.” pidió, deseoso, Kike. Debió pensar que sus largas estancias en Roche se harían menos pesadas acompañado por aquella revista.

“Imposible” respondió Richi, “esta revista es muy cara, míralo ahí, el precio está el libras esterlinas. Me la trajo mi tío, el marino, cuando estuvo en
Escocia. ¡No tiene precio!”

“Bueno, pues no me la regales… ¡véndemela!”

“No puedo. Tú eres mi amigo, Kike, y yo a un amigo no puedo venderle nada. Si quieres, te la cambio.”

“Vale, vale. ¿Qué quieres?”

“Pues hay una serie que se llama <>. Es muy buena, y son 12 números. La puedes comprar en cualquier lado. Te la cambio por esa serie.”

Kike no tenía dicha serie, pero llorando un poco a sus padres consiguió que se la comprasen apenas unos días después. Sin ni siquiera mirar sus páginas, la entregó a Richi, quien como había convenido le dio la revista porno.

Unas semanas después, Richi y yo quedamos solos para hablar de cierta partida de rol que estábamos planeando hacer conjuntamente. Entre los dibujos que había hecho, encontré la revista que Richi había vendido a Kike.

“¿Al final no la quería y te la ha devuelto?” pregunté.

“No, que va. Esta es otra. Es que las venden de saldo en una librería debajo de casa, a veinte duros. Tienen un puñado de esta.”

En aquel momento no me di cuenta, pero acababa de recibir mi primera lección sobre capitalismo, oferta, demanda e intermediarios en la distribución.

2007-11-28 10:22 | 4 Comentarios