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¡YA ESTOY EN 2º!

Fue un día como hoy, un 3 de septiembre de hace ya unos cuantos años, que acabamos los exámenes de recuperación. Richi estaba pletórico, había clavado el examen de Inglés y no le había salido mal el de Lengua, por lo que se hacía ya en 2º de B.U.P. (4º de E.S.O.). El Cubano, a pesar de que le acababa de dejar la novia (o quizás por eso, puesto que se llevó toda la semana encerrado en casa sin salir, y algo estudiaría), también había hecho unos buenos exámenes. Luego estábamos Augusto y yo. Nos había quedado Lengua, pero que habíamos estudiado (dos días antes) como nunca antes y habíamos hecho un muy buen examen.

De quien no sabíamos nada era de Alvarito. No había ido al examen de Lengua ni de Matemáticas, por lo que suponíamos que había tirado la toalla y pensaba repetir. Justo después de salir del último examen, Richi nos reunió en el patio y nos habló con una tremenda seriedad, como si aquello fuera un asunto de vida o muerte:

“Señores, Alvarito va a repetir. Sus padres le van a castigar sin salir, tal vez hasta se tenga que cambiar de colegio… ¡Tenemos que darle ánimos! ¡Tenemos que hacer que se lo pase bien y que no se amargue!”

Aquella era una de las cosas que más me gustaba de mis amigos: daba igual lo que pasara, siempre te apoyaban. Nuestros padres nos hacían enfrentarnos con la realidad, y eso nos ayudaba a madurar, pero los amigos te daban ánimos y consuelo, y eso te permitía recuperarte cuando todo te iba mal.

Pero justo cuando estábamos dispuestos a darle todo nuestro apoyo a Alvarito, éste apareció delante de nosotros. Llevaba un bañador hawaiano de lo más hortera, unas gafas de sol que habría comprado en algún baratillo, una mochila a la espalda y una flauta en la mano.

“Señores” dijo con tono serio, pero a la vez cargado de alegría, “¡Ya estoy en 2º!”

¡Joder, menuda alegría! Venga acá y un abrazo, un apretón de manos, un toma este cigarro a mi salud, cabroncete, que nos habías asustado. Y él abrió la maleta y tenía una litrona, para celebrar ese ascenso a 2º, así que venga, todos a la placita del árbol a beberla que está fresq uita, ¡ole ole los campeones!

Cuando el suelo de la placita estuvo tapizado de colillas, cuando la litrona estuvo vacía, a alguien se le ocurrió preguntarle a Alvarito: “¿Y cómo es que has pasado de curso sin hacer Matemáticas ni Lengua? ¿Acaso no te habían quedado 3?”

Alvarito le dio una laaarga calada a su barrita de cáncer mentolada, y mientras echaba el humo nos explicó su plan maestro:

“Me quedaron las dos gordas, y Música. Total, que como Música va de tocar la flauta, y eso lo aprueba todo el mundo, pues pasé de Lengua y Mates, me metí en un grupo de música, y hoy he hecho un examen que no veas. Pasaré con dos asignaturas, pero bueno, lo importante es pasar, ¿no?”

Un genio, Alvarito era un genio. Bueno, lo era desde el punto de vista que teníamos en aquel entonces. Punto de vista que quedó bastante obsoleto cuando, una semana después, las notas nos permitieron a todos pasar de curso, menos a Alvarito… ¡había vuelto a suspender Música!

2007-09-03 13:34 | 7 Comentarios