EL CHIVAS DE 21 AÑOS (UN RELATO DEL CARRANZA)
La puta madre del Carranza, de Alvarito y de su primo.
Cada año la misma historia, oigan, que ya es para cabrearse: venga a levantarse temprano para ir a la playa y parcelar un sitio, lucha contra quinquis y marujas por un metro más aquí un metro más allá, cuidadito con irte al agua o ese pureta te mueve la sombrilla…
Todos los años igual, la leche, que si vamos a hacer turnos para guardar la parcelita, pero a fulano a las 2 le viene mal y a mengano a las 7 directamente no le viene. Parece mentira, cago en tó, que somos 30 para hacer la barbacoa y al final nadie puede a ninguna hora. La ONU, esto parece la dichosa ONU, venga a hacer reuniones y más reuniones, hoy por ti y mañana yo convido, hasta que al final te quedan unos horarios en condiciones.
Y yo me lo veía venir, que siempre pasa lo mismo. Que el primo de Alvarito, un cateto de Villa Bolluyos de los Madriles, repeinado cual Mario Conde y cargado de diplomaturas cum laude y doctorados ecce mater tua, de esos que miran que combinen los precios de la ropa y no los colores, siempre le acaba liando y se saltan su turno, y al final nos toca pringar el doble a los de siempre. Y cada año con la misma excusa:
“Uy, es que nos liamos con la hora.”
Claro so cabrito, será por la diferencia horaria entre Madrid y Cádiz.
Todos los años pasa lo mismo, pero este se lía. Resulta que nuestro amigo Juande (un gigantón de 21 años que trabaja en el muelle cargando cajas) se ha tenido que tragar cuatro horas solo por culpa de Alvarito y su primo. A Juande lo de esperar solo durante cuatro horas le da igual, pero esperarlas sobrio ya es otra cosa, y cuando se vio sin cerveza ni tinto, sin un cubatita ni siquiera un petardito playero, su cerebro empezó a maquinar una venganza despiadada contra los traidores que le habían dejado plantado.
La barbacoa como siempre, un viaje de gente tanto en la playa como en nuestro grupo. Un año vamos a tener que hacer un censo, la leche, que te cuelas con dos barbacoas y al final no dan para nada. Música, charlas, juegos de cartas y un partido de fútbol americano. EN el partido se arma la gorda, pues Juande decide que ha llegado la hora de la venganza, y agarra al pobre Alvarito, que no tiene ni media ostia, y lo utiliza como pelota. Corre por la banda, esquiva a una pareja que folletea allá en medio, avanza entre los meones de orilla, lanza y… ¡touch down! Alvarito cae, con ropa y todo, en plena agua.
El primo, tío listo, futuro empresario prejubilador de padres de familia, hace mutis y desaparece durante media noche. La fiesta sigue, la comilona no para, el alcohol ni siquiera escasea. Juande habría acabado por olvidar su cabreo... de no ser por Magdalena, Magda para los amigos.
Verán ustedes, les hago un inciso para que entiendan: Juande lleva como dos años detrás de Magda, una niña muy mona y muy pijita que sale con nosotros. Pero Magda, a pesar de tener ya 16 años, dice que ella no besará a un chico hasta que se case (lo del sexo será para las bodas de plata). Y Juande se lo toma con filosofía, claro, lo mismo algún día la niña cambia de opinión. Coño, pero también es mala suerte que cambie de opinión esta noche, y cuando Juande se gira se la ve comiéndose los morros con el primo de marras.
“No lo mates, Juande, que eso no arregla nada.”
Y Juande, al que se le acumulan los celos, el cabreo por haber tenido que esperar sobrio cuatro horas y un ciego bastante grande, me da la razón. En lugar de arrancarle la cabeza, que a fin de cuentas sería un engorro por aquello de llenarse de gomina, lo que Juande hace es bajar a la orilla, mear dentro de un baso de tuvo, echarle tres hielos, un chorro de coca cola y un gargajo para hacer espuma.
Tras toda esta espeluznante operación, cual bruja mala que obsequia una manzana envenenada, Juande se acerca al primo, que está en unas condiciones etílicas bastante penosas. Ofreciéndoles el vaso, les confiesa:
“Me alegra que os lo estéis pasando bien. Aquí os traigo un regalito… ¡un whisky chivas de 21 años!”
El primo se niega, que no que no, que va ya muy ciego. Pero Magda, que en su vida ha bebido una cerveza ni un chupito, se agarra la pócima travestida de cubata y le pega un sorbo fuerte, intenso, de esos que pegan quienes en su vida han probado otra cosa que el Kas Manzana.
“Está amargo.”
El primo, que tiene que hacerse el machito de corral, no puede ser menos. Agarra el mejunje y lo vacía de un trago. Además, costumbre del chaval, se mete un hielo en la boca.
“Ze nota que ez añejho.” dice, dándoselas de entendido y acertando en cierta forma.
Al alejarnos, increpo a mi gigantesco compañero:
“Te has vengado. Pero ellos ni se han enterado.”
“Pero yo sé lo que ha ocurrido, y tú también.”
Y ahora, queridos lectores, ustedes también lo saben. Si esta noche ven al primo de Alvarito o a Magda (que ya estará casada y con hijos), no sean tacaños e invítenles al mejor whisky chivas que puedan encontrar en la orilla.
2007-08-16 11:44 | 17 Comentarios
Referencias (TrackBacks)
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Comentarios
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Aquellos que fueron testigos de aquel evento y leen este blog, no duden en corregir cualquier imprecisión que haya cometido. |
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Soberbio quillo, soberbio y genial. Un beso. |
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Las barbacoas del Carranza no eran los sábados?!?!... no se dejen engañar. |
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La barbacoa es como el trabajo, se hace cuándo y cómo el amo manda.
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Genial historia. Lo mejor el "entendido" del primo en estas cosas del etilismo.
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pues yo me he lanzado a opinar tambien:
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DIOSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS...
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Mejor, creo que en la próxima barbacoa voy a poner un catador de cubatas, como en las cortes medievales. |
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Y a todo esto, ¿creen ustedes que debiera acabarse con el Carranza, o debería seguir haciéndose?
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Pues sinceramente, no sé dónde está la tradición. A mi edad (39 tacos) recuerdo haber estado todos los trofeos en el paseo marítimo con mi madre y mis hermanos, esperando a que mi padre llegara del partido, pero por arriba, no en la arena, donde no había ni un alma. O sea, que eso de tradiciones gaditanas... ni jueves, ni sábados, señores. Y desengañémonos, es un macro-botellón que sólo sirve para dejar la playa hecha un asco y dar una pésima imagen de nuestra ciudad, porque los numeritos que se acaban viendo no tienen desperdicio. |
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Lo de las barbacoas, cuando tenía carácter eminentemente familiar, tenía su encanto. Pero ha pasado como con el carnaval, se ha masificado a lo bestia, viene muchísima gente de fuera y su visión de la fiesta es "sutilmente" distinta. Va a haber que instaurar un "Carranza chico", creo yo :P
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Yo no bebo nada más fuerte que el líquido elemento, me gusta el ambiente, me preocupo por recoger lo mío, y me trae sin cuidado si es una tradición o una lacra para Cádiz.
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A mi me da que todas las opiniones tienen su parte de razón con lo cual están bien expresadas, pero la definitiva, la válida, la real, es la mía...XD
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La historia termina con Juande y un servidor metiendo la cabeza en el cubo de la sangria, celebrando su venganza. Y despues de meter otro la cabeza (que no recuerdo quien era) trinco el cubo y se lo bebio solito, diciendo que el no se largaba a su casa sin ver doble :DDD
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"van degenerando ano tras ano", ¡¿pero tú que haces en las barbacoas?! |
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Que buena historia jaja, seguro que a Alvarito le gustó el saborcito de la orina cuando el otro le tiro a la orillita, y por eso se lo bebió de un trago. Por cierto, no creo que se pueda comparar los Carnavales con la barbacoa ni con la velada de los ángeles (por cierto, ya casi ni recuerdo que era eso de la velada). La barbacoa apareció casi de repente, no hace demasiados años, y una falsa publicidad la ha masificado. De nuevo cometen un error intentando eliminarla por la fuerza, después de haber atraído a media España. Una barbacoa hecha por gaditanos, para gaditanos, y , por supuesto, con visitantes de fuera que disfruten de la fiesta no hace daño a nadie. |
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