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NYNETTE Y UN SEÑOR DE MURCIAA Miguel de Mihura lo habrán conocido todos ustedes en el instituto, puesto que en COU era obligatorio leer “Tres sombreros de copa”. Una obrita de teatro estupenda, muy divertida, de esas que te gustan a pesar de que el profesor te mande leértela a la fuerza. Sin embargo, a mi de Mihura me gusta mucho, pero que muchísimo más, otra obra: “Ninette y un señor de Murcia”.A Ninette yo la conocí en la Primera Cadena, en una teleserie de mediados de los ochenta, interpretada por una estupenda Victoria Vera que no mostraba nada pero lo encendía todo, y acompañada por un Juanjo Menéndez genial, con una cara de pazguato divertidísima. La verdad es que en su momento la serie me encantó, pero no volví a pensar en ella hasta muchos años después, cuando Jose Luis Garci llevó la historia al cine con una Elsa Pataky enseñando cacha, lo que posiblemente le permitió atraer al público que conocía la obra de teatro, pero también a los fans de las buenas cachas. Y el otro día pues leí la obra de teatro. Divertidísima, original, gamberra. Se lee, por si les interesa pero van mal de tiempo, de una tacada y en un par de horas. Les cuento por encima mis impresiones: La historia se sitúa en el París de mediados de los 60, con un murciano llamado Andrés, hombre conservador y un poco simple, que llega a la capital del amor con la ilusión de hacer todo lo que en España no se puede, entiéndase: tener una apasionada aventura, ir a un cabaret donde las muchachas van ligeras de ropa, pasear en barco por el Sena, y finalmente volver a Murcia y contar sus peripecias en el Casino. Lo que Andrés no sabe es que el París con el que él y media España sueñan no existe. Pronto se verá enclaustrado en una casa de emigrantes españoles, descubriendo que la libertad es algo muy extraño. “Aquí tiene una foto de Lenin y de Pablo Iglesias, ¿qué más libertad quiere?” le dirá su casera. Y su amigo le comprará entradas para una película rusa “¿Acaso en España puedes ver películas rusas. ¿Pues no, claro.” Pero claro, Andrés no quiere ver cine ruso, ni fotos de Lenin, lo que él quiere son chicas frescas y divertidas. Pero las mujeres francesas, como bien dirá Ninette, “pueden hacer lo que quieran. Lo que pasa es que no quieren.” Así, mediante divertidos enredos, no sólo asistiremos a la extraña relación entre Ninette y Andrés, sino que seremos testigos de una crítica tremenda, algunas veces cruel, que no dejará títere con cabeza. España será mostrada como un lugar represivo, no tanto en lo político (que también) sino en lo moral. Francia es una quimera, un lugar con el que soñar pero que realmente no existe. Todo es contradictorio: junto al cuadro de Lenin, uno de Alejandro Lerroux. Aunque vive en pleno centro de París, Andrés solo puede comer los guisos españoles que prepara la señora de la casa. El cabeza de familia es de izquierdas, pero se cabrea enormemente cuando una huelga paraliza la ciudad. Una historia divertida, con unos diálogos hilarantes, que cuarenta años después de haber sido escrita se lee y se ve con la misma frescura que cuando fue escrita. ¡No se la pierdan! (Y a unas malas, si les ha dejado frío todo lo que les he dicho, alquilen la película por las cachas de la Pataky). 2007-08-05 14:37 | 9 Comentarios Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://gadesnoctem.blogalia.com//trackbacks/51332
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