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DIVINIDAD Y PODER 1: DIOSES Y HOMBRESLos seres humanos nos expresamos mediante el lenguaje. En ocasiones es una tarea sencilla, porque hablamos sobre cosas concretas que existen, por ejemplo, cuando yo digo “Paseo por la playa”, todo el mundo sabe lo que es una playa; podrá ser que uno piense en una playa del Caribe y otra en una fea cala llena de rocas, que a algunos le de miedo porque se imaginen las aguas revueltas y otros piensen en un mar deliciosamente calmado, pero en el fondo todos tenemos una idea más o menos común de qué es una playa, con arena o piedras, agua y gente bañándose. Pero el lenguaje puede ser mucho más complejo, y definir ideas abstractas, como cuando yo digo “Te amo”; y es que sin duda uno no ama de igual manera a sus padres que a su pareja, ni es lo mismo amar a tu país que a tu mejor amigo,ni mi forma de amar a una pareja es igual a la de otra persona (ejemplo claro sería la gente que dice amar a su mujer pero que no ven contradicción alguna en irse de putas), y es que cuando nos referimos a cosas abstractas (y el Amor no es algo que uno pueda percibir a simple vista, no como un árbol, una piedra o un tomate) todos tenemos ideas más o menos parecidas pero con sutiles diferentes. Un árbol siempre será un árbol, pero el amor puede variar según la persona, la época y el lugar. Eso es justamente lo que pasa con el concepto Divinidad. La idea que un amigo católico tenga sobre un ser supremo es muy diferente a la que tuvo un hispano adorador de Hércules del siglo I, pero también resulta completamente diferente de la que tuvo un cristiano del siglo III, uno del siglo XIII, e incluso diferente al concepto que tuvo su abuelo medio siglo atrás. Incluso conceptos que nos parecen claros, como la existencia de un Dios bueno y un Diablo malvado, pueden ser comprendidos de forma totalmente diferente por otras personas en otras culturas. Por ejemplo, la idea de que haya una lucha entre el Bien y el Mal (Dios y el Diablo) sería entendida por muchas culturas como politeísmo, puesto que existen dos fuerzas antagónicas que nunca terminan de vencer (aunque el cristianismo intenta evitar el politeísmo con la idea de que el Diablo es tolerado por Dios, y por lo tanto no es su némesis sino parte del sistema). Para un cristiano el Diablo es un ser malvado, y por lo tanto una persona que lo adorara (rezarle, hacerle un donativo, etc.) sería malvada, pero en otras culturas existen dioses o fuerzas malvadas a los que se les adora a cambio de que te dejen en paz: un sacrificio de vino, de dulces, una plegaria... pueden evitar que te ocurra algo malo y, con suerte, puede que la desgracia le pase a tu enemigo. Por lo tanto, hay que tener en cuenta que el concepto de lo Divino no es universal. Cada época y cada cultura ha tenido su propia concepción, y nosotros somos herederos de una de esas concepciones con algunos añadidos propios (el más próximo, el Concilio Vaticano II) y otros externos (el neoplatonismo pagano tuvo una influencia tremenda en la concepción metafísica de Dios, el Paraíso y el Alma humana a partir del siglo IV). Por lo tanto, puesto que un cristiano del siglo II no concebía a Dios igual que uno del siglo X, y puesto que nuestra visión es incluso diferente a la de nuestros abuelos, no nos queda más que constatar que la percepción de la divinidad es una construcción cultural, ya que está sujeta a cambios (en ocasiones a causa de influencias paganas, como la celebración del nacimiento de Cristo, el Carnaval que precede la Cuaresma o la influencia neoplatónica). Con esto no quiero decir que no exista un ser supremo (eso entra dentro del marco de la fe), simplemente que la forma que tenemos de percibirlo depende de la época y la cultura. Dicho esto, ¿qué tienen en común estas visiones de la divinidad? Sería difícil decirlo. Por una parte, es indudable que la idea de la Salvación después de la muerte es un concepto judeo-cristiano muy influenciado por el neoplatonismo, que no lo encontramos en la mayoría de las religiones, que o no ofrecen una vida tras la muerte, o la ofrecen para unos pocos elegidos (en ese sentido, judaísmo, catolicismo e islam son religiones bastante democráticas, puesto que la salvación está al alcance tanto del pobre jornalero como del rico aristócrata, si bien la palma se la llevan los protestantes, que creen que la salvación no depende de nosotros ni de nuestras acciones, sino de Dios, que nos va a salvar a todos gracias a su infinita bondad). Aunque en teoría la divinidad no siempre está ahí para ayudarnos/perjudicarnos de manera sobrenatural, y de hecho el cristianismo cree en el libre albedrío humano, se filtran ideas paganas, como el hecho de rezarle a un panteón de santos que pueden darnos trabajo, salud, amor, etc. (no muy diferentes a las peticiones que un romano haría al panteón politeísta pagano), la expresión que suele decirse cuando algo malo ocurre: “Dios lo ha querido”, o el hecho de que para los protestantes el éxito en los negocios fuera una señal del favor divino. Posiblemente, el aspecto más importante de la divinidad es el de dar sentido a nuestras vidas, dando explicaciones a preguntas que ni siquiera hoy día la ciencia puede responder (y no olvidemos que, según el cristianismo, la ciencia es el estudio de las leyes naturales que Dios dejó establecidas, y que sólo él sería capaz de romper, luego todo lo que la ciencia haga es posible porque la divinidad así lo estableció: si Dios no quisiera clonación, no habría creado el ADN ni los genes). Obviamente, según la ciencia ha ido avanzando y el conocimiento científico de la gente ha aumentado, la religión ha tenido que revestirse de un discurso más científico (una vez más, esto no deslegitima la existencia de un ser supremo, simplemente demuestra que la percepción que de él tenemos ha variado, igual que uno no ve a su padre de la misma manera con 5 años que con 40 años), aunque eso no evita que las ideas creacionistas tengan mucha fuerza, y que se hayan desarrollado pseudociencias para poder justificar la creación del mundo en siete días (¡vaya paradoja!). En resumidas cuentas: en la inmensa mayoría de las sociedades, los seres humanos han creído en la existencia de seres divinos. Éstos dan sentido a la vida y ayudan a explicar el mundo, si bien cada cultura los adora y percibe de forma diferente. El judaísmo, el cristianismo y el islam, que en el menor de los casos existe hace casi millar y medio de años, han cambiado mucho con el tiempo y, por lo tanto, la percepción de la divinidad también ha cambiado. Los ideales originarios de estas religiones se han transformado al aumentar en poder, al nacer herejías y fragmentarse la comunidad de creyentes, y por supuesto al enfrentarse a la revolución científica, industrial y política de los últimos dos siglos.
Mañana: Gobernantes con poder divino. De Mesopotamia a la España de Franco.
2011-08-22 11:28 | 9 Comentarios Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://gadesnoctem.blogalia.com//trackbacks/70284
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