LOS ENTRETENIMIENTOS CAMBIAN
Desde finales del siglo XIX y a lo largo de todo el XX ha ido surgiendo un fenómeno que, sin ser del todo nuevo, ha alcanzado cotas nunca antes vistas: el entretenimiento de masas. Para cualquier aficionado a la historia, este tipo de entretenimientos se encuentra con facilidad en cualquier época: el teatro griego y romano, los combates de gladiadores en roma, las carreras de cuadrigas en Constantinopla, el teatro del siglo de oro en España... Sin embargo, las dos novedades realmente importantes fueron la aparición de amplios núcleos urbanos a lo largo y ancho del mundo, seguido de una tecnología que favorecía el consumo de dichos entretenimientos. Centrándonos en los entretenimientos que requieren de creatividad, y dejando por lo tanto espectáculos deportivos varios, el primero que nos llamaría la atención sería la literatura de masas, cuyo mejor referente es la novela. Escritores como Emilio Salgari, Jules Verne o Benito Pérez Galdós, cada cual con su estilo, son ejemplos de una sociedad de finales del XIX cada vez más alfabetizada y que se volcó en la literatura como medio de entretenimiento; la literatura pulp, publicada en revistas baratas y contando en la mayoría de los casos con escritores de relleno, sería un ejemplo de cómo la novela se fue fragmentando en géneros, cada cual con sus propios tropos, como la negra, la histórica, la fantasía, la ciencia ficción, el terror, y así un largo etcétera. Luego apareció el cine, al principio mudo y en blanco y negro, luego sonoro y en color, poco después en 3D, aunque ahora nos lo intenten revender como la última invención. El desarrollo fue lento, sin lugar a dudas, y tuvo que pasar casi medio siglo para que Hollywood dejara de centrarse en películas “para toda la familia” y fuese creando nichos para adolescentes, para adultos, etc. Con la competencia de la televisión, el cine también debería de innovar y ofrecer lo que la pequeña pantalla no era capaz: mayor erotismo, mayor violencia, mayores efectos especiales... lo que sea. La radio, tremendamente popular en los años 30 y 40, en ocasiones incluso hasta los 60, era la diversión gratuita dentro del hogar. A pesar de haber perdido fuerza con los años, la posibilidad de tenerla de fondo, de ser el medio ideal para escuchar música y, en ocasiones, permitir la narración de interesantes relatos (con la BBC como mejor ejemplo a nivel mundial) ha hecho que siga viva y con no pocos seguidores. La televisión, que acabó sustituyendo a la radio dentro del hogar, y que también tuvo un largo desarrollo como el cine, tuvo que esperar casi medio siglo para descubrir que no era necesario dirigirse a todos los miembros de la familia, que los capítulos de las series podían encadenarse como si de capítulos de libro se tratase, y que formatos como el DVD o las descargas de Internet permitían revisitar las series con gran facilidad, fomentando aún más la continuidad. Curiosamente, el cómic es el que peor ha llevado todos estos cambios. Contemporáneo del cine, la tira de prensa ha perdido el esplendor de antaño, y parece no ser capaz de recuperarse. El comic book, que sí que ha modificado su forma de narrar, parece obsesionado con volver a acercarse a un mercado de masas que es imposible retomar, tal vez porque el tipo de narración que ofrece un cómic actualmente anda a caballo entre el cine y la teleserie, y obviamente es mucho menos espectacular. Finalmente, los videojuegos disfrutan ahora de una edad dorada, en buena parte gracias a la popularización de la informática, en buena parte debido a unos gráficos atractivos y los avances narrativos que se han hecho en este tipo de juegos, que pasan de ser un mero entretenimiento a contar una historia que puede ser tan profunda como la de una película o una novela. Llegarán otros entretenimientos y, obviamente, los videojuegos tal y como los conocemos también perderán su encanto, tiempo al tiempo. Básicamente, lo que parece estar claro es que la aparición de nuevos medios suele obligar a los restantes a adaptarse o languidecer. Soñar que la literatura alcance el lugar predominante que tenía a finales del XIX, cuando el cine, la radio y la televisión parecían cosas del futuro (y serían cosas del futuro, efectivamente) es imposible: hay medios más atractivos, más baratos, más fáciles de obtener. Eso no quiere decir que la gente vaya a dejar de leer, simplemente que ya no es el pasatiempo de la inmensa mayoría de la gente. A la hora de tratar los cómics, creo que sería plantearse algo parecido. Se habla de crisis desde hace dos décadas, pero por esa regla de tres la radio estaría en crisis desde hace medio siglo, y el cine más o menos igual, sobre todo desde que se inventó la cinta de vídeo. No, hay que dejar de pensar “en los años 80 se vendía tanto” y adaptarse a la realidad actual, y dejar de soñar con un público masivo que sigue ahí, pero no necesita de los cómics para pasar un buen rato.
2011-07-23 10:46 | 1 Comentarios
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