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AY, ESCRIBIMOS MAL
Mucha gente se queja de que todo esto es culpa de la informática, puesto que los jóvenes se acostumbraron a escribir con correctores de texto y no aprendieron las normas gramaticales ni ortográficas. Creedme, ojalá fuese así de sencillo: he visto gente que escribe en Word y ni siquiera se molesta en corregir con un “click” las palabras que le señala el procesador de texto. Pero sí que creo que la clave de que veamos tanta mala ortografía está en los ordenadores, sólo que la gente confunde la causa con la consecuencia. Efectivamente, hoy vemos más errores que nunca, pero eso es porque hoy la gente escribe más que nunca. Cierto, no redactan libros, pero sí escriben blogs y dejan comentarios en foros, tienen páginas webs, autopublican novelas, poemas y canciones. Antes, la única forma de que nos enfrentáramos a una cantidad más o menos grande de textos escritos y no editados era que fuéramos editores nosotros mismos o, en todo caso, que fuéramos profesores. Por el contrario, hoy día nos topamos cada dos por tres con textos que nadie ha editado, y que por lo tanto están tan bien escritos y construidos como tiempo/ganas/conocimientos tenga su redactor. Internet y la informática no han creado el problema, pero lo han hecho visible. Mike Friedrich, un editor de DC Comics y de Marvel, decía en una ocasión que, entre finales de los 60 y principio de los 70, de cada diez cartas que les llegaban, sólo tres o cuatro estaban suficientemente bien escritas como para ser publicadas; por mis estudios sobre los cómic, he leído muchas de esas cartas publicadas, y confiad en mi palabra si os digo que la mitad de las cartas usan un lenguaje muy sencillo, están llenas de ideas sueltas mal conectadas y dicen cosas como “Guau, aquel número de Batman contra el Joker es el mejor cómic que he leído en mi vida... ¿por qué no le dais superpoderes a Robin?”, y cosas por el estilo. Sin embargo, algo de verdad parece que hay en las críticas a nuestros jóvenes. Eduard García, editor de la mítica revista de rol LÍDER, me comentó en una entrevista un par de años atrás que, de principio de los 90 a mediados de la década, las proposiciones de colaboración que recibía la revista iban de mal en peor, no porque fueran pocas, al contrario, cada vez eran más: ¡pero la mitad de las veces los textos que les remitían no tenían el menor sentido! Estaban mal redactados, carecían de una estructura coherente, no había la menor revisión de estilo... en otras palabras, que mucho del material que recibían era impublicable. De hecho, hace unos meses, la redacción de la revista Dolmen me comentó que les gustaban mis artículos por dos razones: porque trataban sobre cómics clásicos y porque se entendían, de lo que podemos extraer que deben de recibir no pocas solicitudes para publicar que deben de estar, en el mejor de los casos, mal escritas. No fue casualidad que en 1990 apareciese la LOGSE, una ley educativa que restaba peso a ciertos aspectos como la memorización de contenidos (como las reglas ortográficas), pero no podemos decir que todos los que estudiaran previamente sean unos maestros de la pluma (de hecho, la LOGSE sólo se implantó en España, por lo que esta explicación no serviría para analizar las causas por las que en otros países creen que cada vez se escribe peor). No podemos olvidar que para escribir bien no hay solamente que coger un bolígrafo (o un teclado), sino que también hay que tener un bagaje de lecturas, y desde la llegada de la televisión (y luego de los videojuegos y de los ordenadores y de Internet) todos leemos menos. Y lo digo desde la experiencia: en el comité de redacción de la revista Ubi Sunt? y en el libro en el que soy coordinador (junto a Santiago Moreno), Marginados, Disidentes y Olvidados en la Historia, he tenido que lidiar con textos que, independientemente de que fueran científicos o no, estaban escritos con gran cantidad de faltas de ortografía, carecían de introducciones y de conclusiones, y eso cuando desarrollaban algún tema, eran refritos mal disimulados y peor sintetizados de libros ajenos... y para mi sorpresa, cada vez que contactaba con el autor o la autora, la mayoría de las veces tenía entre treinta y cincuenta años. En resumidas cuentas, creo que Internet nos ha hecho descubrir un problema que siempre ha existido pero que, desde hace unos años, ha empeorado: escribimos mal, en ocasiones porque nos comemos las reglas, en ocasiones porque escribimos igual que hablamos, y eso resulta en textos incoherentes a menos que los repasemos y retoquemos (lo cual explica la mitad de mis divagadoras entradas en este blog, ¡ouch!). Por supuesto, el problema es real, pero no tiene las connotaciones casi apocalípticas que alguno han querido ver, y la solución definitiva no pasa solamente por una reforma educativa, sino también por las costumbres de las personas (y seamos sinceros, aunque hubo un tiempo en que la lectura el ocio mayoritario de la población alfabetizada, eso fue hace muchas décadas). Y por supuesto, como de costumbre, hablo desde mi experiencia. Sin duda la mayoría tendréis las vuestras propias... ¡comentadlas!
2011-03-22 10:28 | 5 Comentarios Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://gadesnoctem.blogalia.com//trackbacks/69259
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