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ORÍGENES DEL MUNDO ISLÁMICO MEDITERRÁNEO ACTUAL 1: LA DECADENCIA DEL IMPERIO OTOMANOAlgo parece estar moviéndose en los países islámicos, sobre todo en aquellos bañados por las aguas del Mediterráneo. Sin embargo, en Europa, parece que hasta hace apenas unas semanas nos habíamos olvidado que el Norte de África y Oriente Próximo están a un tiro de piedra, y que de hecho estos países son herencia de un pasado colonial que nosotros, los europeos (sí, España también), impusimos a lo largo del siglo XIX y principios del XX. Creo que para entender la situación actual ya no es posible mirar solamente a un sólo país, como hemos hecho en el caso de Egipto y Libia, sino que tenemos que echar la mirada mucho más atrás, comprender cómo surgieron estos regímenes que son dictaduras más o menos encubiertas, cómo consiguieron la independencia estos países, cuál fue su pasado colonial... Por eso, en los próximos días me gustaría ir explicando un poco el origen histórico de estos países, centrándome sobre todo en el colonialismo, las dictaduras y la influencia que tuvieron principalmente Reino Unido, Francia, la Unión Soviética y el estado de Israel en el devenir de las políticas de estos países árabes.
Comenzar por el principio siempre es complicado, porque uno no sabe dónde poner el punto de partida. Aunque la zona de Próximo Oriente y del Norte de África entró en contacto con el Islam a lo largo de los siglos VII y VIII de nuestra era, nuestro punto de partida debería de ser el Imperio Otomano. Aunque el mundo islámico carece de unidad desde el año 750 (fin del califato Omeya), el Imperio Otomano logró unir bajo su mandato a una gran cantidad de pequeños y medianos reinos, y amenazó a la propia Europa, primero por mar hasta la derrota de la flota otomana en Lepanto (1571) y luego por tierra, hasta la desastrosa derrota sufrida a las puertas de la propia Viena más de un siglo después (1683).
Aunque en el siglo XVIII el Imperio Otomano aún tuvo momentos de gloria, como la victoria ante Rusia tras la guerra de 1710-1711, sus derrotas ante la Europa cristiana, la inflación constante que sufría a causa de los metales preciosos que Castilla introducía en Europa desde las colonias americanas, y un retraso técnico y estratégico que se fue haciendo más acuciante con el paso del siglo, fue debilitando al otrora gran imperio. La primera consecuencia de ese debilitamiento fue la incapacidad de controlar Egipto, que la joven República francesa aprovechó en 1798, enviando al joven general Napoleón Bonaparte al frente de un ejército. Aunque la ayuda británica logró evitar que Napoleón controlase el país de los faraones, y la expedición francesa fue finalmente expulsada en 1801, el país se convirtió en una entidad independiente de facto. Pero el expansionismo francés no se iba a limitar a esas regiones, sino que en las décadas posteriores la restaurada monarquía francesa puso sus ojos en Argelia en 1830, y medio siglo después en Túnez, posiciones que el débil Imperio Otomano no podía controlar, mucho menos defender. De hecho, las revueltas balcánicas acabaron con la independencia de una nueva Grecia en 1830, y de otros países poco después, como Serbia y Montenegro en 1875 o Bulgaria en 1878, amparados por una Rusia que buscaba convertir los Balcanes en su patio trasero. A principios del siglo XX, el Imperio Otomano era considerado por las potencia europeas no como un igual, sino como un anciano renqueante que estaba al borde de la muerte. El joven reino de Italia no tuvo el menor reparo en declararle la guerra para arrebatarle lo que hoy conocemos como Libia, en una guerra que duró más de lo que los italianos esperaban, entre 1911 y 1912. La derrota del Imperio Otomano produjo la reacción de los estados balcánicos, que se apresuraron a zarandear aún más al anciano achacoso durante la primera guerra balcánica de 1912-1913, que le arrebató prácticamente todas las posesiones europeas salvo la capital, Estambul, la antigua Constantinopla, capital del Imperio Romano Oriental y de su sucesor, el Imperio Bizantino.
Lo que hemos visto en este recorrido ha sido la decadencia de un poderoso estado. Lo que durante el siglo XVII y buena parte del XVIII fue un poderoso imperio que controlaba prácticamente todos los territorios musulmanes bañados por el Mediterráneo, fue perdiendo territorio a causa de los deseos independentistas de sus súbditos, cierto, aunque la influencia europea (sobre todo francesa y rusa) agravarían el problema. Los países situados en los Balcanes lograron efectivamente la independencia, pero la zona del Norte de África y Oriente Próximo acabaron cayendo en la órbita europea como colonias, protectorados y mandatos, diversas formas administrativas de alcanzar un mismo objetivo: la explotación de la zona y sus habitantes. Esta dominación colonial acabaría provocando los mismos sentimientos de independencia que existían bajo el Imperio Otomano, si no mayores, y acabarían provocando nuevos problemas, como veremos dentro de unos días.
2011-03-01 10:27 | 2 Comentarios Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://gadesnoctem.blogalia.com//trackbacks/69081
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