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EL VETERANO DE ROLEMASTER

Don Eduardo (como le llaman en las obras) es uno de esos arquitectos serios con cara de pocos amigos, siempre pensativo, como si estuviese mirando a un plano imaginario en lugar de a la gente que lo rodea. Tan serio él, siempre con su mujer y su hijo, uno podría pensar que Don Eduardo es el hombre más aburrido del mundo... pero muy por el contrario, este señor tan formal tiene una doble personalidad, como el Dr. Jekyll con Mr. Hyde, y tras esa figura seria y meditabunda se esconde Edu, el friki.

Edu y yo nos conocimos hace la tira de años, cuando yo tenía 13 veranos y él rozaba ya los 18. Éramos compañeros de la asociación Drac Dracorum, dedicada a los juegos de rol, y teníamos una relación bastante cordial, si bien a mí no me gustaban sus juegos de rol ni a él los míos; creo que nunca hemos jugado juntos.

Mis juegos de aquel entonces (El señor de los anillos y Stormbringer) le parecían casi infantiles, como si a un campeón de ajedrez le ofrecieras una partida de damas. A mí, los suyos me parecían de una complejidad absurda (Rolemaster, Rift) ya fuese por el reglamento o por encontrarse en inglés, que para mí era tan complejo como el sumerio, si no más.

Sí, Edu y sus amigos eran de aquella generación que considerábamos veteranos, no sólo por haber comenzado a jugar a rol en los 80, sino por haber dominado el inglés para poder jugar a cosas que ni en broma llegaban a España. Unos cuantos libros los conseguían en Reino Unido y Estados Unidos, pues su grupo solía desbandarse en agosto para hacer cursos de idiomas o intercambios en el extranjero, otros poquitos los adquirían con el instituto, cada vez que hacían un viaje a Gibraltar, y lo que no podían conseguir de ninguna otra manera lo pedían por catálogo. Para mí, eternamente pobre, aquello bien valía el rescate de un rey.


Estas fiestas pasadas me encontré con Edu, que andaba buscando un libro para su hijo, y mientras buscábamos por entre las estanterías nos pusimos a charlar de los viejos tiempos. Curiosamente, aunque no sigue este blog, sí que había encontrado la entrada dedicada a Rolemaster, y llevaba mucho tiempo con ganas de darme una colleja.

Me comentaba, y creo que con razón, que mi percepción de Rolemaster es la de un aficionado que se ha llevado toda su vida rolera contemplando el juego desde detrás de la barrera, es decir, que no lo ha jugado, o al menos no lo ha hecho de la forma que debería. A fin de cuentas, todo juego es complicado para aquel que comienza a jugarlo, y uno con tantas reglas, tablas y detalles como Rolemaster no puede ser sino un auténtico dolor en el culo para todo aquel que no sepa jugarlo con fluidez. Ahora bien, ¿se puede decir que haya algún juego de rol intuitivo? Sin lugar a dudas, el popular Dungeons & Dragons no lo es, ni tampoco Warhammer, ni en su versión de batallas de tablero ni en su versión rolera.

Para Edu, el placer de jugar a Rolemaster radica en tres puntos. El primero, en las amplias posibilidades de creación de personaje, que te permiten elegir muchos oficios (algunos muy alejados del combate, pero que dan muchas posibilidades a la interpretación) y numerosas habilidades (muchas de ellas secundarias, es decir, que son para dar color al personaje más que para ganar combates), mezclando la emoción que da el azar (tiradas de características y raza) con las decisiones del jugador (elección de oficio y habilidades). El segundo aspecto sería la experiencia, que te va permitiendo subir de nivel y ganar nuevos poderes, pero también ganar nuevas habilidades, rango, y un largo etcétera de ventajas que hace muy divertido el ir progresando, pues vas viendo cómo tu personaje se transforma, convirtiéndose en alguien importante. Finalmente, las largas tablas de armas y hechizos permiten que no haya dos personajes iguales, puesto que cada forma de combate resulta diferente (cantidad y tipo de daño, habilidad necesaria, etc.) y eso hace que dos guerreros con armas diferentes puedan tener, a pesar de su enorme habilidad, resultados muy dispares contra un mismo enemigo (por ejemplo, si el enemigo lleva una armadura de placas, la lanza será mucho más efectiva que la espada).

Ahora bien, Edu me advertía de que un juego como Rolemaster no es para principiantes, y que todos los jugadores tienen una responsabilidad enorme. Cada cual ha de estar atento a qué daño hace su arma, consultar las tablas que le afecten a él, etc., pues es la única manera de que el juego se lleve a un ritmo agradable. De igual modo, aunque hay muchas reglas, uno debe de acostumbrarse a usar solamente aquellas que considere necesarias o divertidas. En sus partidas, por ejemplo, la mayoría de las trampas se detectan no mediante complejas tiradas, sino mediante un sencillo chequeo de percepción: “Vale, hay algo raro en la estancia”, dice el director de juego, y tras describir bien la habitación, los personajes deben de imaginarse dónde está la puerta secreta o la trampa, o pueden arriesgarse a avanzar con los dedos cruzados, esperando que la trampa no se active o no sea muy peligrosa.

Finalmente, mientras esperábamos en la cola de la librería para pagar, Edu me comentaba que lejos de lo que podría pensarse, Rolemaster no era un juego antiguo y muerto. Seguía teniendo un gran número de fans por Internet, algunos de los cuales aún jugaban, ya fuera en mesa o en red. Lo que es más, ICE, la compañía que sacó el juego en los 80 y que quebró en los 90 tras intentar competir con el juego de cartas Magic, sigue viva aunque un poco parada, pero sigue publicando sus libros y actualizando el juego; de hecho, es mucho más comprensiva que otras editoriales, y aunque ha sacado una nueva edición de Rolemaster, sigue apoyando a la antigua e incluso vendiendo sus libros, porque entiende que no hay una forma de jugar mejor que otra.

Toda esta conversación me ha hecho pensar en estos días, y recordar que realmente no importa a lo que uno juegue, pues, como decía otro viejo amigo, “lo importante es que al final de la partida has pasado un buen rato rodeado de amigos”.


A modo de posdata, decir que a partir del 1 de enero la web de ICE tiene un anuncio: lamenta no haber estado muy activa en los últimos años, pero ha cambiado su modo de licencias para promover el desarrollo de nuevo material. Además, emplearán el sistema que las pequeñas editoriales han manejado con tanto éxito: ventas de pdf o impresiones previa compra, que eliminan al intermediario y abaratan el producto (además de aumentar los beneficios). Esperemos que la aventura salga bien y que puedan producir más, pues a fin de cuentas a más variedad de juegos, más personas pueden sentirse atraídas.



2011-01-09 11:10 | 2 Comentarios


Referencias (TrackBacks)

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Comentarios

1
De: Jose Joaquín Fecha: 2011-01-09 21:30

El enlace a la web (en inglés): ICE.



2
De: Nailatem Fecha: 2011-04-02 11:43

Totalmente de acuerdo con Don Eduardo.





  

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