Gades Noctem

Inicio > Historias > ANTOÑITO Y EL ROL

ANTOÑITO Y EL ROL

Hace casi veinte años que juego al rol, y debo de reconocer que no me aburro en absoluto. Parte de su atractivo es que, además de ser un juego cargado de fantasía, es la excusa ideal para quedar con amigos que no suelo ver a diarioPara mí es, por así decirlo, un acto social además de un juego.

Al igual que la liga o las teleseries, los juegos de rol también nos ofrecen tema de conversación, y tomando una cerveza podemos comentar la última partida, hablar sobre algún juego nuevo o recordar viejas batallitas. Pero como todo en esta vida, hay un límite en el cual la diversión pasa a ser aburrimiento primero, luego tragedia. Me refiero, cómo no, a cuando Antoñito te habla de rol.

Mi primera tragedia con Antoñito y el rol ocurrió hace lo menos doce años, cuando jugábamos a El Señor de los Anillos. Estábamos encantados con las partidas que jugábamos, con un grupo bastante coherente y bien llevado, y mi amigo Joaquín y yo solíamos discutir las partidas cuando nos veíamos, usualmente los fines de semana. Y ahí que llegó Antoñito, atraído ante el sonido de la palabra “rol” como un tiburón ante la el olor de la sangre.

“Yo llevo un bárbaro del este que mató al Balrog de dos golpes”, nos soltó nada más acercarse. “Y eso porque tuve mala suerte con las tiradas, que de haber tenido un buen resultado en el primer ataque no me dura nada.”

Éramos jóvenes e inexpertos, lo reconozco, así que en lugar de decirle que sí a todo, le preguntamos cómo podía haber destrozado tan fácilmente a tamaño monstruo. Y ahí la fastidiamos, ya lo creo que sí, porque comenzó a hablarnos de combos, de estadísticas, de las partidas que había jugado... y no contento con eso, empezó a preguntarnos los poderes de nuestros personajes y a compararlos con los suyos propios (bueno, aunque el poder de Antoñito era el de dar la brasa, pero me refería al poder de su personaje). Tres horas después, Joaquín y yo compartíamos una fuerte jaqueca y un odio absoluto hacia la obra de Tolkien, la estadística y los juegos de rol.

Lo más curioso es que esa actitud de Antoñito de contar las batallitas que vivió en el rol y compararlas con la de otras personas la he visto después en otros amigos y conocidos, y siempre me ha parecido de lo más extraño. Me explico: el objetivo de jugar una partida de rol es pasárselo bien con los amigos, independientemente de cómo se juegue. Puesto que la imaginación es el límite, hay quien prefiere jugar con personajes sencillos que vivan aventuras realistas, mientras que otros eligen vivir tramas cargadas de magia y poderes arcanos. ¿Has matado a Sauron o a su madre? ¡Es un juego, diantres, no tiene ningún mérito! Si me dices que en la vida real has luchado contra un campeón de boxeo y has ganado, me quito el sombrero, pero si lo has hecho en un juego, pues habrá sido muy divertido, pero no se puede decir que haya sido una hazaña. De hecho, siempre me ha parecido que es tan ridículo comparar estas cosas como comparar fantasías sexuales: “Yo anoche e imaginé que estaba con una rubia”, “Ah, pues muérete de envidia, que imaginé que estaba con dos”.

Uno imagina cosas para abstraerse y pasar un buen rato, no para chulear con los amigos.

2010-11-24 11:53 | 0 Comentarios