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DICKIE ROBERTS: EX- NIÑO ESTRELLA

En alguna que otra ocasión ya hemos hablado de los niños estrella que acaban siendo “juguetes rotos” (concepto imprescindible que tu abogado debe de usar para excusar desde un tiroteo a una violación, pero sólo en caso de que salieras en televisión cuando eras niño). Hace poco me escribió un amigo para contarme que había una película al respecto, Dickie Roberts: Former Child Star, y que lo mismo me interesaba verla.

La película es del 2003 y está dirigida por Sam Weisman, cuyo mayor éxito hasta la fecha fue George de la jungla, vamos, para temerse lo peor; el guión (terminado por algún currito) es del propio actor David Spade, algo que siempre alegra, porque es de suponer que un actor conocerá mejor que nadie lo que significa ser una estrella, y puesto que Spade ya había escrito otros guiones, era  de suponer que la mediocre dirección estaría compensada por una historia divertida y chisposa.

Para ser sinceros, el principio de la película es bastante bueno. La historia empieza con Dickie, el niño estrella ya crecido, participando en un combate de boxeo entre antiguos famosos; desgraciadamente le da una paliza brutal el actor enano que hacía el papel de Arnold, convirtiéndolo en un auténtico ridículo nacional. Luego su novia le deja, harta de escucharla hablar de cómo volverá a ser famoso. En un patético intento de conseguir volver al candelero, se obsesiona con conseguir un papel que relance su carrera, igual que Travolta hiciera con Pulp Fiction, para así dejar su trabajo como aparcacoches. También vemos su vida cotidiana, cuando se reúne con antiguas estrellas adolescentes e infantiles para jugar a las cartas, hablan de las cosas que pueden vender por E-bay a cambio de una miseria, y se ponen a rajar de cuanto actor famoso conozcan; esa visión de un club de estrellas fracasadas realmente es absurda y divertidísima.

Sin embargo, cuando la película lleva quince minutos de rodaje, parece que alguien confunde el guión y empieza a rodar otra cosa. Para conseguir el papel de su vida quieren a alguien que haya tenido una vida normal, así que Dickie alquila a una familia para que le enseñe lo que es ser un niño corriente. Se supone que tiene que haber un montón de escenas divertidas, y estoy seguro que Spade creía que lo que estaba escribiendo era muy gracioso, e incluso es posible que el director pensase que aquello podía funcionar, pero lo cierto es que no hay más que situaciones tópicas que en el mejor de los casos (es decir, que estemos borrachos y nunca antes hayamos visto una comedia) nos sacarán una sonrisa. De hecho, no hay demasiadas diferencias con la primera película de Mr. Bean o Solos con nuestro tío: el personaje llega a la casa y todo el mundo le odia, pero como tiene un corazón de niño (¿cómo puede tener un corazón de niño si no tuvo infancia?) se gana a los más pequeños, y luego enseña a la madre hogareña y sacrificada que ha de ser menos buena y tener un poco más de orgullo propio. El más difícil de ganar es el padre, por supuesto, que es un tipo duro y serio que trabaja mucho para sacar a su familia adelante. Y todo esto está muy bien, por supuesto que sí, sobre todo si te gustan las películas con argumentos que ya eran predecibles en los 80, el problema es que la historia se supone que iba sobre un niño que era una estrella infantil que creció demasiado rápido, y en lugar de eso nos dan un Mary Poppins sin magia.

Decía que parecía que el guión se había confundido con otro porque a los 15 minutos ya da igual que haya sido un niño famoso, podría haber sido el tío excéntrico, el hermano tontorrón, un primo lejano de Laponia o cualquier otra persona. Además, de ser un tipo algo violento y encabronado en los primeros minutos pasa a ser un niño grande durante la mayor parte de la película, sólo para crecer y volverse un adulto poco antes del final.

Al final, el padre de familia se escapa con la exnovia de Dickie y la familia se queda sola. Entonces nuestro sufrido héroe se da cuenta que no quiere la fama, sino a esa familia, así que agarra a la sufrida ama de casa y la desposa, adopta a los niños como suyos y consigue lo que en realidad todo el mundo necesita para ser feliz: una familia heterosexual con dos hijos (idea que se reafirma cuando miramos al homosexual calvo que le persigue).

Total, que uno no tiene muy claro de qué va la película. No digo yo que tenga que hacer gracia, pero leñe, al menos un poquito de originalidad a lo largo de todo el film, no sólo los primeros minutos.

2010-06-10 01:30 | 1 Comentarios


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Comentarios

1
De: Jose Joaquín Fecha: 2010-06-10 01:37

Aghh, odio las películas en la que los personajes cambian su forma de ser cada media hora...





  

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