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ON THE BEACH
Eso mismo me ha ocurrido con mi última lectura, On the Beach de Neville Shute, que fue adaptada a finales de los años 50 y rebautizada como La hora final en España. Una novela que trata sobre las consecuencias de usar armas atómicas, y que te deja tan devastado como los campos de batalla que se describen en el libro. Shute tiene una forma de escribir sencilla, con abundantes diálogos y una endiablada habilidad para suministrarte información técnica sin que te des cuenta, sin que se haga aburrida la lectura. Además, tiene el mérito de haber comenzado la novela no con una guerra atómica, sino un año después de concluida, presentando a los supervivientes de la misma. La premisa es bastante sencilla: a principios de los años 60 las principales potencias del mundo han luchado una guerra atómica que duró apenas un mes, y que concluyó con la devastación total del hemisferio norte. Los países del hemisferio sur, no obstante, tienen sus días contados: la lluvia radioactiva les alcanzará en un plazo máximo de un año, y toda la población morirá. “El planeta no está condenado,” indicará uno de los personajes, “pero la humanidad sí.” En Melbourne, la mayor ciudad al sur de Australia, la familia Holmes espera tranquila el final, que llegará en seis y ocho meses. Él es un marinero varado en tierra, ella una ama de casa que le aterroriza pensar que su niño pequeño, de apenas unos meses, está condenado a morir. Shute describe una sociedad que ha estado al punto del colapso, pero que comienza a reactivarse, aunque sólo sea porque no sabe que hacer con todos esos meses libres que les restan: es mejor trabajar y fingir que no pasa nada. El combustible se ha agotado, pero la carne sigue siendo abundante y los comercios siguen abriendo, aunque la mayoría de las fábricas apenas funcionan. El autor nos presenta el ideal de sociedad británica, si bien en Australia, donde el orden social se resquebraja pero no se rompe: apenas hay disturbios, salvando los borrachos que aumentan y aumentan su número a diario. Los Holmes invitan a su casa a un oficial estadounidense, el capitán Towers, que puso su submarino a salvo en Australia cuando comprendió que la guerra había aniquilado a todos sus contendientes. Sereno aunque convencido de que todo llegará a su fin, Towers sueña con reencontrarse en la otra vida con sus hijos y su mujer, a la que sigue siendo fiel, para desesperación de la joven y provocativa Moira, amiga de los Holmes. Holmes y Towers se embarcarán en sucesivas misiones de investigación científica, intentando descubrir si hay alguna solución al problema. Desde los EE.UU. llegan transmisiones en Morse, y algunos científicos han desarrollado la teoría de que la radiación está perdiendo efecto debido a las fuertes precipitaciones y nevadas ocurridas en el hemisferio norte. Los personajes y los lectores nos dejamos engañar por esas falsas esperanzas, pero al final es obvio que la muerte sigue avanzando lentamente, invisible. Iremos escuchando cómo se pierde el contacto con las ciudades del norte de Australia, luego con las del meridiano, hasta que veamos como el gobierno distribuye entre los habitantes de Melbourne cápsulas de cianuro para ahorrar, a quien así lo desee, la lenta agonía que precede a la muerte. Shute mata a sus personajes, y lo hace de forma realista, llevando hasta sus últimas consecuencias la guerra atómica. Su relato es un mensaje de advertencia, que si aún hoy resulta espeluznante, en su momento (1957) debió de resultar realmente terrorífico e impactante. Lo más terrible es que uno no se atreve a llamarlo un relato de ciencia ficción, porque en caso de que realmente hubiera una guerra con armamento nuclear, lo que el libro describe no tendría nada de ficción. 2010-03-22 14:58 | 0 Comentarios Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://gadesnoctem.blogalia.com//trackbacks/66350
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