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LAS AVENTURAS DE CARBONELL 15: LA ANGELINA JOLIE

Pablo, mira que te lo tengo dicho, que te tienes que juntar menos con los compañeros del cuartel, sobre todo con el Calvo y con el Chou, que son más bestias que un mulo encabritado.

Piensa, por ejemplo, en lo que pasó el otro día, cuando te llamaron para conocer a la chica estadounidense. Ya sabes, esa que habían conocido en una discoteca y de la que no pararon de hablar durante toda la semana.

“Angelina Jolie, Pablo, la tipa esta es como la Jolie, pero en orgasmos de esas, de las que se vienen diciendo que quieren estudiar y luego no quieren más que vino y polla, vino y polla, más vino y más polla... porque son así, que un amigo uno se ligó a una americana y no veas, todo el día pim y pim y pim, que el tío perdió hasta peso, que daba miedo verla, y en la piscina ni te digo, tres días encerrado en el baño soltando la médula me pasé...”, y entonces el Chou te hacía el gesto de estar dándole a la manivela, con la cara como desencajada de gusto, sólo para volver con el tema de la estudiante estadounidense.

El Calvo, todo hay que decirlo, era más civilizado para estas cosas. Se limitaba a hacer pequeños comentarios, del estilo “a cuatro patas”, “a mí me ha llamado la fe, porque no veas que ganas de hacer el misionero” o, cuando se sentía locuaz “lametazo de aquí pallá y de pallá paquí hasta que se corra toda”, todo eso dicho sin parar a respirar una sola vez, que ya es mérito.

Y tú emocionado y todo, claro, porque Angelina Jolie es muy mona, y vale que la chica no será un clon, pero te la están vendiendo tan bien que tenías unas ganas locas de conocerla. Así que nada, todo arreglado, el sábado se quedó para tomar unas tapitas.

¿Te digo lo que pasó, Pablo? ¿Te lo tengo que recordar para que te des cuenta de lo bestias que son esos amigos tuyos? Parece que sí, que te tengo que decir que nada más llegas te presentaron a Mary, una de estas chicas rubias y larguiruchas, pecosa entera, que parecen llevar escrito en la frente “Made in USA”. Y ojo, que la chica no era fea, y encima muy simpática y con muchas ganas de fiesta, pero el único parecido que tenía con Angelina era la nacionalidad.

“Que no, Pablo, que esta es la amiga,” te avisó el Chou, “la que es como Angelina viene ahora.”

Y nada, una tapita por aquí, una cervecita por allá, y de repente te dicen: “Por ahí viene.” Y tú miras y, para qué engañarnos, gente en la calle había a mares, pero como la Jolie ni una sola.

“Que sí, esa que viene directa para el bar.”

Y tú venga a apretar la vista, pero qué va, como la Jolie ni una sola.

Y entonces te fijas, ¡ay la madre que los parió!, que no puede ser esa. Y ojito, que no era un tipa fea, que para nada era malaje, pero es que era negra. Negra y bajita, ya puestos. Negra, bajita y con menos curvas que una niña de 5 años.

“¿La negra?”

“Esa, esa. ¿Te das cuenta? ¡Igualita!”

“No sé, es que... es negra... y es bajita... y no tiene curvas.”

“¡Los labios, coño, tú mírale los labios de come rabos que tiene!”

¿Te parece normal? ¿Eso te parece de gente normal? Eso y lo que pasó luego, claro, cuando la chavala empezó a hacerte ojitos y, celosos perdidos, el Chou le dijo al oído aquello de: “No pierdas el tiempo, que Pablo me dijo antes que no le gusta que seas negra.”

Y es que tener amigos bestias es aceptable, comprensible incluso... ¡pero tú lo que tienes son dos pedazos de cabrones!

2010-03-11 00:41 | 7 Comentarios