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UN DÍA TE DAS CUENTA DE QUE PUEDES HACERLOCuando uno está aprendiendo a hacer algo, ya sea montar en bicicleta, hablar en otro idioma, manejarse con la informática o cualquier otra cosa que se les ocurra, suele andarse con un poco de miedo, de inseguridad, porque tiene la sensación de que aún le queda mucho por aprender. Sin embargo, de repente, un día te das cuenta de que lo poquito que has aprendido te permite hacer cosas que antes te parecían impensables, eso te motiva a seguir aprendiendo. A mí me pasó con el inglés, tanto en lo oral como en lo escrito. Y es que tras seis meses de academia, de hacer ejercicios y de ver películas subtituladas que no entendía, me sentía más perdido que nunca; tras seis meses de machacarme con el dichoso idioma de Shakespeare, lo único que había conseguido era sentirme más tonto que nunca. Estaba pensando en dejar las clases de inglés (que sin ser caras, tampoco es que fuesen un regalo), pero sobre todo dejar de partirme la cara viendo películas que no podía disfrutar ni seguir, de agarrar libros de los que apenas sacaba sentido a dos frases de cada seis. Y entonces me encontré a un inglés que andaba por la playa, más perdido que el barco del arroz, y que me preguntó si por allí había un buen sitio para beber cerveza. Me habló muy despacito y le respondí más despacito aún, pensando cada palabra y construyendo cada frase, procurando no pronunciar “a la española”. Y así, chapurreando como podía, le expliqué un puñado de bares, el hombre se alegró un montón e incluso apuntó los nombres de los mismos en una agenda que llevaba. No es que salvase el mundo aquel día, pero seis meses atrás no podría haberle respondido de ninguna manera, mucho menos haber entendido lo que me preguntaba. Seguí viendo películas, seguí peleándome con las páginas de los libros. Pocos meses después andaba en la academia de inglés, esperando que llegasen mis compañeros. La profesora tenía sobre la mesa un libro, ni me acuerdo del título, pero lo cogí y empecé a leerlo. Cuando me di cuenta, todos los demás compañeros habían llegado y estaban esperando a que les hiciese caso… ¡estaba tan enfrascado en la lectura que ni me había dado cuenta! Me quedé sorprendido, porque había leído sin ser realmente consciente de que estaba leyendo en inglés, simplemente me había puesto a seguir la trama que exponía el autor y me dejé llevar. La verdad es que hoy, tres años después, sigo sin ser un gran conversador en inglés, y ha libros que todavía me cuestan. Me queda muchísimo por aprender, y aún así, puedo hacer cosas que unos años atrás jamás imaginé que haría. 2010-03-04 08:55 | 0 Comentarios Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://gadesnoctem.blogalia.com//trackbacks/66130
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© 2002 Jose Joaquin
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