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DERECHO A UN TÍTULO
Yo mismo estudié un par de años en la UNED, aunque acabé aparcando mis estudios de educador social a favor de un máster y la oportunidad de especializarme más en mi campo de estudio. La experiencia estuvo bien, y aunque topé con alguna profesora gilipollas y algún que otro tutor flojo, lo cierto es que me pareció una forma bastante interesante de aprender… siempre y cuando uno le ponga ganas y le eche horas. Comento esto último porque en alguna que otra ocasión escuché a varias personas quejarse amargamente porque les habían engañado. Una compañera joven no paraba de decirme que era una barbaridad lo que nos obligaban a estudiar: un libro por asignatura, a veces gordo, y encima había que hacer trabajos que en ocasiones podían llegar a las quince páginas a doble espacio. A un compañero algo más entrado en años le parecía inaudito que tuviéramos que hacer exámenes de diez o más temas, y los trabajos y lecturas obligatorias le parecían auténtico fascismo. “Bueno, es que la universidad es así…” solía comentarles, “en la presencial también hay que hacer trabajos y estudiar manuales”. “Por eso mismo” me respondían siempre, “nosotros estamos en la UNED porque no tenemos tiempo.” Esa respuesta me parecía ridículamente inocente. La universidad a distancia es, como bien dice su nombre, para gente que no puede acudir a clases regularmente, no para gente que no tenga tiempo para estudiar. Porque seamos sinceros, tiempo para estudiar habrá o no acorde a la disposición que tenga cada uno: a mí siempre me pillaba el toro en cuanto a clavar los codos, mientras que otros compañeros que trabajan o tenían hijos se ponían de noche, y con paciencia y resignación se zampaban un temario tras otro. No veían Gran Hermano ni Crónicas Marcianas, pero eso posiblemente les mejorara la capacidad de concentración y si duda les aumentó el número de neuronas. Pero los compañeros protestones no se avenían a razones. Tú les explicabas que quien no podía estudiar por la mañana lo tendría que hacer por la noche, y te replicaban: “Es que tengo derecho a descansar.” Les decías entonces que se cogieran menos asignaturas y así podrían estudiar más tranquilos, pero también para eso había respuesta: “Es que quiero acabar la carrera lo antes posible”. Cuando les decías que si no tenían tiempo de día ni ganas de estudiar en la noche no iban a poder sacarse la carrera, me dejaban de piedra al decir: “Es que tener una carrera es un derecho que yo tengo y nadie me puede negar.” No sé si es cosa de la reforma educativa, que nos ha vuelto gilipollas incluso a quienes no la hemos vivido, o simplemente que la ignorancia es muy atrevida, pero me parece que las cosas se confunden y mucho. A lo que tenemos derecho no es a tener un título universitario, sino a estudiarlo; quien se esfuerce lo obtendrá, y quien no se esfuerce pues no lo obtendrá (y en tal caso tampoco es que se acabe el mundo). Siempre saltará el idiota que dirá: “es que tú no has tenido que trabajar para pagarte los estudios, por lo que el esfuerzo no es el mismo que el de otra persona”. Bueno, eso es evidente, pero la inteligencia de mi vecino tampoco es la mía, y la motivación que yo tenía por estudiar Historia no es la misma que tenía ese tipo que vino rebotado de Medicina, ni mi tercer año deprimido porque mi novia me dejó puede compararse al de mi compañero de mesa, que llevaba dos años idílicos con su chica. No podemos esperar que con el mismo esfuerzo alcancemos lo mismo, porque cada cual es diferente y tiene circunstancias particulares. Pero lo que es cierto para todos es que tuvimos que esforzarnos, unas veces mucho (tardé tres años en aprobar Arqueología, porque no entendía un pimiento, hasta que sacrifiqué un verano y me fui a excavar por amor al arte, picando piedra con 30º, como para no aprender) y otras veces un poco menos (nos prepararon tan bien en Historia del Arte del colegio que, ya en la universidad, no tenía más que repasar mis viejos apuntes para sacar buenísimas notas). Si una persona trabaja y saca la misma nota que yo, ole él o ella, y desde luego que me quito el sombrero y reconozco que tiene más mérito de yo, porque sus obstáculos eran mayores. Ahora bien, si no apruebas porque no estudias, el problema no es que yo lo tenga más fácil, es que tú eres más vago.
2010-01-20 09:52 | 2 Comentarios Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://gadesnoctem.blogalia.com//trackbacks/65720
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