Inicio > Historias > EL SÍNDROME DEL PRIMER BESO | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
EL SÍNDROME DEL PRIMER BESO
A nadie se le escapa que vivimos en una sociedad donde el concepto del amor se entiende, incluso si no lo vivimos de esa manera, como un ideal romántico. Las personas que han estudiado la historia de las mentalidades y los sentimientos bien saben que el concepto de amor, al igual que el de libertad y tantos otros cambia y se modifica con el tiempo (hasta la más terrible tiranía, póngase por caso la Alemania Nazi, hablaba de Libertad, simplemente variaba su interpretación). El amor de mis abuelos no es el mismo que yo pueda sentir hacia mi pareja, porque son épocas diferentes con valores muy distintos, e incluso con manifestaciones muy diversas (el cortejo de mi abuelo hacia mi abuela consistía en seguirla del trabajo a casa, siempre de lejos, siempre sin hablar... ¡hoy día podría haber acabado en prisión por acoso! Y sin embargo, mi abuela lo consideraba algo muy romántico). Existe, por lo tanto, un concepto de amor idealizado al que las personas, ya sea por querer imitarlo o por querer evitarlo, acabamos siempre refiriéndonos. La cultura popular es bien consciente de que esa obsesión por el amor ideal, romántico, existe en todos nosotros. Que exista todo un género cinematográfico y literario (y hasta bien entrados los 70 incluso de cómics) dedicado al romance es indicativo, pero mucho más lo es que en las películas de acción rara sea la vez que no aparece una historia de amor, si acaso simplificada al límite o relegada a un segundo plano. Alcanzar el amor es todo un largo camino en el que el héroe y la heroína deben de superar continuos obstáculos: malentendidos, rivales, diferencias personales. ¿Qué guionista se podría resistir a tamaña trama? Los momentos en los que parece que el chico va a declararse pero algo falla, las situaciones en las que ella va a besarle pero alguien les interrumpe, los momentos íntimos que acaban por los suelos pero que poco a poco van haciendo más evidente que entre esos dos está creciendo algo. Y a los espectadores les encanta, y cuando digo les quiero decir nos, porque el que más y la que menos se han tragado de golpe y porrillo una teleserie solamente para ver si la pareja acababa junta o no. ¡Pero si hasta en Expediente X había apuestas sobre si Mulder y Scully acababan juntos! De hecho, yo no recuerdo hablar nunca sobre quienes eran esos alienígenas, me daba igual, imaginaba que antes o después nos darían una explicación sorprendente que yo no podía ni siquiera comenzar a intuir... ¡pero cómo nos poníamos a hablar de la tensión sexual entre los protagonistas! Y es que si una relación comenzaba rápido y sin problemas no nos gustaba demasiado, era demasiado fácil, nos costaba identificarnos. Cuando alguno de los personajes de Friends se sacaba un rollete, rápidamente sabíamos que esa persona no sería la definitiva, porque todo había sido demasiado fácil. Sin embargo, todos queríamos que Ross y Rachel acabaran juntos, porque su historia era un tortuoso camino que avanzaba y retrocedía continuamente, con el que nos era mucho más fácil identificarnos, e incluso si no nos identificábamos, los tiras y afloja nos hacían simpatizar con los protagonistas mucho más que con un recién llegado o una recién llegada. Sin embargo, en las películas clásicas, muchas veces el final consistía en los protagonistas dándose su primer beso (que era también el último que el espectador contemplaba). El metraje no daba para más, y el espectador debía imaginar la vida feliz (¡o no!) que le esperaba a los protagonistas tras aquel beso. Pero en lo referente a la ficción que se nos mostraba, no había más historia después de aquel choque de labios. Esta tradición de que el beso es el clímax final y no el principio, sumado al hecho de que los y las guionistas pensaban que no existe emoción alguna en describir una relación (idea muy conservadora, por cierto, en la que conseguir a la pareja es divertido e intenso, pero una vez conseguido todo es aburrido y monótono), lleva al síndrome del primer beso, que consiste en que desde el mismo momento que se da ese beso, la relación tiene sus días contados. En los cómics románticos, donde no había personajes fijos, sino que cada historia presentaba nuevos y nuevas protagonistas, las historias acababan con aquel primer beso. Pero en series donde los personajes eran siempre los mismos, aquel primer beso era una invitación a la ruptura, algunas veces incluso a la muerte. Pongamos por ejemplo a Spider-Man, que siempre fue considerado un personaje más o menos realista (en cuanto que tras la máscara era un adolescente normal): los autores mataron a Gwen Stacy porque no sabían qué hacer con ella, porque era demasiado perfecta... ¿se imaginan eso en la vida real? ¡Mi novia me gusta tanto y me comprende tan bien que la he tenido que matar! Mary Jane, la siguiente novia de nuestro trepamuros, salió huyendo en cuanto se le pidió matrimonio, y finalmente volvieron a encontrarse y se casaron... ¡y a partir de ahí comenzó la decadencia del personaje! Los guionistas simplemente eran incapaces de saber qué hacer con un matrimonio, a lo mejor porque los lectores no se identificaban con un personaje casado, pero más posiblemente porque los autores no sabían contar historias de un superhéroe casado. No obstante, Spider-Man es un ejemplo de buenas ideas, porque en ciertas teleseries las cosas son aún más burdas. Nunca olvidaré que en Los Serrano, después de que los personajes acabasen liándose en un increíble final de temporada (increíble porque lograron que una casa habitada por seis personas más, sin contar abuela, tío y gorrones varios se quedase vacía) hubo no sé qué malentendido y vuelta a la casilla de salida. ¿Ustedes se imaginan que les pasara eso en la vida real? Aprueban el instituto, se sacan su selectividad, y el día que le van a dar la nota descubren que han sacado la máxima nota... ¡pero por alguna razón que no terminan de entender tienen que volver a empezar el instituto desde el primer curso! Así, igual que hay un concepto del amor romántico en el que hay que luchar por conseguir a la pareja, el síndrome del primer beso nos enseña que una vez la relación está en marcha no hay nada más que contar, pues todo es aburrido. Las parejas no son un complemento, son una kryptonita que debilita las series y a sus personajes. El amor es como el fuego que atrae a la polilla, sólo para destruirla si no se retira a tiempo. Afortunadamente esa idea ha ido retrocediendo poco a poco. Ya en el cómic Fantastic Four Reed Richards, el líder del grupo, desposaba a mediados de los 60 a su novia Sue Storm. También en Friends, frente a la relación tormentosa y discontinuada de Ross y Rachel encontramos la pareja estable formada por Chandler y Monica. Series como Babylon 5 me parecen simplemente geniales, con relaciones que se desarrollan muy lentamente pero que, una vez han alcanzado su clímax, se siguen desarrollando con total normalidad. El gran maestro de las relaciones de amor siempre vivas fue, qué duda cabe, Hal Foster en su Príncipe Valiente, que con su Princesa Aleta, de carácter fuerte y a la vez dulce, su capacidad para ser una mujer medieval pero al mismo tiempo una mujer rebelde, nos demostró que la realidad es demasiado compleja como para ser aburrida. No hay historias de amor sosas, simplemente malos narradores que no saben qué están contando.
2009-10-15 08:15 | 4 Comentarios Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://gadesnoctem.blogalia.com//trackbacks/64819
Comentarios
|
Consigue mis libros![]() La explosión Marvel: Historia de Marvel en los 70 ![]() Los animales en la Historia y la Cultura ![]() ![]() Los cómics de la Segunda Guerra Mundial ![]() Archivos
DocumentosTu IP es: Enlaces indispensables![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() |
© 2002 Jose Joaquin
|