Inicio > Historias > ASÍ FUE, ASÍ LO VIVIERON | ||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||||
ASÍ FUE, ASÍ LO VIVIERONRecuerdo la primera vez que me enfrenté a una investigación histórica. Era algo pequeño, pequeñísimo, un mero trabajo de clase sobre la historia de la televisión española. En teoría aquello iba a ser una playa: la profesora me había indicado unas revistas donde podía encontrar numerosas entrevistas e información sobre el tema, así que fui a la biblioteca a consultarlas… ¡sólo para descubrir que el material se había perdido! (un eufemismo con el que los bibliotecarios suelen referirse al robo de material). Internet me dio un poco de información, pero más bien datos sueltos y sin poca relevancia. Me pude hacer una idea de los programas y la aparición de las cadenas autonómicas, pero poco más. Desesperado, con la fecha de entrega cada vez más cerca, cogí una grabadora y me puse a entrevistas a familiares y amigos, a que me contasen cómo habían vivido los últimos treinta años a través de la televisión. Esperaba suspender o, con mucha suerte, sacar un aprobado raspón. Saqué, muy por el contrario, un notable y unas palabras de ánimo de la profesora, que me insistió en que buscara más en archivos pero, al mismo tiempo, a que no dejara de emplear entrevistas y aprovechar que “había testimonios vivos de aquellos tiempos”. Creo que los historiadores e historiadoras que nos dedicamos al mundo contemporáneo, sobre todo al siglo XX, tenemos una ventaja que no poseen aquellos y aquellas que se adentran en épocas más remotas. La historia contemporánea está aún viva, e incluso cuando sus protagonistas han muerto, cientos de testimonios han quedado escritos, fotografiados, filmados o dibujados. Un viejo profesor me decía en una ocasión que usar una película o una novela para profundizar en una época (se refería a una obra realizado en el mismo contexto histórico que la época estudiada, claro está, no a una novela histórica) poseía un enorme peligro. A fin de cuentas, el novelista o el cineasta podía darnos su interpretación, poner un final feliz para agradar al público u obviar hechos desagradables. Indudablemente tenía razón, ¿pero acaso eso no es aplicable a los documentos oficiales? Un informe de un militar puede obviar aspectos desagradables para no enfurecer a sus superiores, se puede maquillar la realidad para tranquilizar a las autoridades y obviamente se pueden olvidar hechos (o incluso a sectores de la población enteros) porque simplemente no interesan. Así, por poner un ejemplo, una tradición de los regimientos era declarar menos bajas de las reales tras una batalla, para así poder obtener más raciones; cuando la guerra de Marruecos, la prensa no citaba muchas de las dificultades a las que se enfrentaban los soldados españoles (mandos incompetentes, comida pésima, equipamiento obsoleto, etc.). Así, igual que puedo llevarme una falsa impresión sobre la Gran Depresión si me limito a ver una película optimista de Frank Capra, me llevaré una imagen totalmente errónea de una batalla si me fío ciegamente en las bajas confirmadas por un regimiento o si confío en la prensa para seguir la vida cotidiana en el Marruecos de la guerra colonial. La declaración de una persona o un párrafo de un libro no son objetivos, obviamente. Son la interpretación que una persona (con toda su carga cultural, su experiencia vital y su concepción del mundo) hace en un momento determinado (por ejemplo, seguro que un alemán medio no pensaba lo mismo del nazismo en 1923 que en 1938, ni mucho menos que en 1946). Y sin embargo, bien combinado con otras fuentes de información, se puede obtener un relato increíblemente rico, donde podemos ver lo que ocurrió realmente, pero también lo que la gente pensaba que estaba ocurriendo. No es fácil emplear bien este tipo de fuentes, pero leyendo libros como Vida y muerte en el Tercer Reich de Peter Fritzsche, La Revolución Francesa: Una nueva historia de Peter McPhee o El laberinto alemán de José Ramón Díez Espinosa uno se da cuenta de que para entender una época no sólo hay que saber qué pasó y cómo pasó, sino también cómo lo entendieron y lo vivieron los hombres y las mujeres que presenciaron los acontecimientos.
2009-10-06 01:47 | 1 Comentarios Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://gadesnoctem.blogalia.com//trackbacks/64700
Comentarios |
Consigue mis libros![]() La explosión Marvel: Historia de Marvel en los 70 ![]() Los animales en la Historia y la Cultura ![]() ![]() Los cómics de la Segunda Guerra Mundial ![]() Archivos
DocumentosTu IP es: Enlaces indispensables![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() ![]() |
© 2002 Jose Joaquin
|