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LA CULPA ES DE LAS CALCULADORAS
Así, por poner un ejemplo, si la profesora de Inglés les explica con insistencia los verbos modales, Manolo ni se los mira de cara al examen, pues “nos los ha explicado tanto que confía en que los hayamos aprendido, así que preguntará cosas con las que cree que puede pillarnos”. Este año, mi amiga Raquel lo tiene en clases de Latín y Griego, toda una sorpresa, pues a Manolo nunca le habían interesado el latín, ni que decir ya el griego. Raquel le ha explicado los problemas que va a tener por no poseer una sólida base, pero el muchacho le ha prometido ponerle mucho empeño; lo decía con tal convicción que mi amiga realmente se ha sorprendido de ese interés tan vivo en lenguas tan muertas. “¿Pero a ti que te han dado este verano, que antes huías el Latín y ahora quieres ración doble?” Ni corto ni perezoso, Manolo compartió con Raquel su secreto, pero en voz baja, para que nadie más lo supiera: “La culpa es de las calculadoras.” A mi amiga le pareció haber escuchado mal, o tal vez demasiado bien. Manolo le explicó con más detalle: “Imagínate, Raquel, que tú quieres hacer... ¡yo que sé! Una raíz cuadrada, eso, tú quieres hacer una raíz cuadrada... te vas a una calculadora y te la resuelve.” Mi amiga le miraba sin tener muy claro qué tenía que ver una calculadora con una clase de Latín y otra de Griego. Manolo siguió ilustrándola, un poco aturdido porque su profesora no era capaz de entender su excelentísima idea: “Yo creía que las calculadoras sólo restaban, multiplicaban... ¡pero que va! Tenía un compañero que las programaba y te hacían, yo que sé, ¡de todo! ¿Una derivada? Pues una derivada. ¿Un logaritmo? Pues de eso también.” Raquel comenzaba a preguntarse si su alumno no tendría fiebre, o se habría dado un golpe (posiblemente al nacer), porque todo aquello tenía menos sentido a cada segundo que pasaba. “Las calculadoras te lo hacen todo, pero sólo con los números. ¿No lo entiendes, Raquel? Yo tengo un traductor de inglés en el ordenador, pero traduce como el culo... ¡las máquinas no valen para los idiomas!” Desesperada, Raquel le apremió para que explicase qué diablos tenía que ver que las máquinas no tradujeran bien con que él estuviera cogiendo Latín y Griego. “¿Pero no lo entiendes? Todos los que estudian ciencias van a quedarse sin trabajo de aquí a unos años, porque las máquinas lo harán todo por ellos. Pero si yo estudio Latín y Griego sabré dos idiomas, y eso no te lo da ninguna máquina. Un ingeniero no podrá competir con un ordenador... ¡pero con Latín y Griego yo tendré montones de salidas profesionales!” Raquel se quedó mirándole atónita. Prefirió no decirle nada más, total, al menos ahora tenía una motivación (errónea hasta más no poder) para estudiar. 2009-09-21 10:24 | 6 Comentarios Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://gadesnoctem.blogalia.com//trackbacks/64519
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