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LA LLEGADA DEL ANIME Y EL MANGA A ESPAÑA

Desde hace unos pocos años, la cultura japonesa parece haberse introducido con fuerza en nuestro país. Moda, música, comida, cine, anime y manga despiertan un interés enorme entre buena parte de la población, principalmente en las grandes ciudades y entre los más jóvenes.

Sin embargo, lo cierto es que los españoles comenzaron a tener contacto con la cultura japonesa hace ya 40 años, gracias a la televisión.

 

Los éxitos televisivos de nuestros padres:

En 1967 la animación japonesa era aclamada a lo largo y ancho de todo el mundo gracias a la serie de animación Mach Go Go Go, cuya calidad técnica resultaba excepcional para la época, contando además con unos argumentos bien elaborados y llenos de emoción. La televisión estadounidense no perdió ocasión para estrenar esta teleserie, eso sí, bajo el nombre Speed Racer.

La televisión española, siempre pendiente de lo que hacía la estadounidense (la mayoría de las teleseries que se emitían en España habían sido previamente éxitos en EE.UU.), adquirió los derechos de emisión de la serie. Como por esas fechas nuestro país sólo contaba con dos cadenas de televisión, TVE1 y TVE2, no existía prácticamente competencia televisiva, así que Meteoro, como aquí se la llamó, rápidamente encandiló a la audiencia.

 

 

En 1974 la adaptación de la novela Heidi fue nuevamente un éxito tanto dentro como fuera de Japón que inspiró más adaptaciones de clásicos literarios, como Marco, El perro de Flandes y Rascal el mapache. Su éxito en buena parte de América y Europa hizo que rápidamente fuesen emitidas en España, en el caso de las dos primeras con un éxito tremendo de audiencia.

 

 

Todas estas series compartían una serie de características. En primer lugar, el público español no solía ser consciente de su origen japonés, pues cualquier nombre japonés era rápidamente sustituido; la única forma de saber que estábamos ante una serie nipona era ver los títulos de crédito, que algunas veces presentaban caracteres orientales. Hay que tener en cuenta, no obstante, que en muchas ocasiones esta adaptación de nombres no era una decisión de los traductores españoles, pues estos trabajaban sobre las traducciones estadounidenses, ya retocadas. En segundo lugar, las historias carecían del infantilismo que habitualmente se atribuía a los dibujos animados, lo que permitió un público mucho más amplio que el meramente infantil.

 

Historias para adolescentes:

La alta calidad de las series de animación japonesa garantizó su presencia en los televisores españoles en la década de los 80. Niños y adolescentes (y algún que otro adulto) de de nuestro país se enamoraron con la historia el magnífico drama Candy Candy, que nada tenía que envidiar a las mejores telenovelas (más bien a la inversa); disfrutaron con la acción desatada de Mazinger Z, que popularizó las historias de robots gigantes mil veces imitadas; además de recorrer la galaxia con la Batalla de los Planetas (Gatchaman) o defender la Tierra a lo largo de varias generaciones con las aventuras de Robotech.

 

 

Un ejemplo del éxito del anime japonés: la estatua española de Mazinger Z.

 

Una de las novedades respecto a la década anterior es que las series comenzaron a generar un tímido merchandising en España, aunque ninguna de las grandes editoriales hizo intentos por publicar ediciones españolas de los mangas originales. Uno de los múltiples ejemplos del éxito de la serie es la estatua de Mazinger Z de diez metros que puede encontrarse en Pla de Santa María, Tarragona.

Cuando comenzaron a aparecer las televisiones autonómicas a principios de los años 80, y sobre todo las privadas nacionales en 1990, como Antena 3 y Tele 5, rápidamente añadieron a sus parrillas series japonesas. Por lo tanto, en cuestión de unos años, el público podía disfrutar de una variedad inusitada de series animadas.

 

 

 

La proliferación de televisiones hace que la audiencia se divida. Series como Eriko (Idol densetsu Eriko), Mágica Emy (Mahô No Star Magical Emi), Chicho Terremoto (Dash!! Kappei), Bésame Licia (Ai Shite Night), El broche encantado (Magical Angel Creamy Mami), Ana de las tejas verdes (Akage no An), Dos fuera de serie (Attacker You!), Bateadores (Touch) o Johnny y sus amigos (Kimagure Orange Road) conquistan a buena parte de la audiencia infantil y adolescente, despertando además el interés de algunos adultos que encuentran en estas historias animadas mayor profundidad y mejores personajes que en las series de personas reales.

La popularidad de las series japonesas no deja de crecer, y su público cada vez es mayor. La multiplicación de cadenas televisivas no impide que series como Dragon Ball y Caballeros del Zodíaco (Saint Seiya) logren cautivar a prácticamente todos los jóvenes telespectadores masculinos; poco después, Ranma ½ (Ranma Nibun no Ichi) y Sailor Moon (Bishōjo Senshi Sērā Mūn) consiguen atraer masivamente a un público de ambos sexos, al mezclar humor, romance y peleas.

 

Censura:

Desgraciadamente, muchas cadenas de televisión consideran a todas las series de animación para niños, por lo que les aplican una severa censura. En ocasiones, dicha censura ya viene impuesta por otros países, como será el caso de Johnny y sus amigos, pues la versión que se “disfruta” en Tele 5 es la adaptación italiana, guillotinando toda referencia a la sexualidad de los personajes. Pasa lo mismo con Ranma ½ y Dragon Ball en Antena 3, llegando en algún momento extremo a durar la versión española de un capítulo casi la mitad que la versión japonesa.

 

 

 

En otras ocasiones, más que una censura lo que encontramos es una adaptación. Los traductores de Chicho Terremoto insisten en que la acción tiene lugar en España, pasando los yens a ser pesetas o el monte Fuji a ser los Pirineos, aunque la arquitectura, banderas o los alimentos indiquen otra cosa. En algunas ocasiones el absurdo llega al límite, mezclando nombres españoles e ingleses, llamándose el protagonista de Johnny y sus amigos Johnny, pero sus hermanas Tamara y Manuela.

 

De la televisión a las viñetas:

A comienzos de los años 90 los primeros aficionados comienzan a organizarse, se crean los primeros fanzines y se inician las primeras críticas contra los doblajes que censuran y/o alteran la historia original. A esto ayuda la emisión en España de la película Akira, una auténtica revolución para la época, que muestra una calidad técnica tremenda y una complejidad argumental que el cine de animación occidental jamás había logrado.

El interés por la animación oriental aumenta, y comienza a surgir un cierto interés por el manga, los cómics japoneses en los que están basadas muchas de las series y películas de animación que el público disfruta.

Las revistas y los cómics de superhéroes están en crisis, y algunas editoriales ven en el manga japonés una alternativa serie. En Planeta de Agostini, Antonio Martín comienza las negociaciones para editar en España Dragon Ball, que rápidamente se convierte en un éxito, obteniendo múltiples reediciones. Otras editoriales también se lanzan a la aventura, como Norma y Glenat. Intentan adaptar el material que adquieren al formato estadounidense: publicaciones mensuales dirigidas mayormente a chicos, de 24 ó 48 páginas, tamaño cómic de superhéroes, muchas veces en formato de series limitadas que cortaban la historia de forma arbitraria. El público no termina de convencerse y muchas de las series no terminan de cuajar, incluso aquellas que emulan el formato revista, como Shonen Magazine.

La llegada de nuevas series de animación y películas mayormente adultas mantienen viva y creciente, a pesar de los primeros y torpes intentos de las editoriales, a la afición. Las editoriales experimentan con nuevos formatos más similares a los japoneses, principalmente los tomos, de menor tamaño y mayor número de páginas; además, también se fijan en un público femenino que tradicionalmente había sido excluido, pensándose que no tenía ningún interés en los cómics.

 

 

El fenómeno que ha supuesto el manga y la animación japonesa no es exclusivamente español. Previamente, países como Francia e Italia, con potentes industrias del cómic autóctonas, también tenido que ceder lugar en sus estanterías a los artistas japoneses; incluso EE.UU., paraíso del cómic, ha tenido que aprender a convivir con un nuevo competidor que, a día de hoy, parece haber venido para quedarse. Los lectores encantados: contra más variedad, más donde elegir.

2009-03-05 10:53 | 8 Comentarios


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Comentarios

1
De: OTAKU POWER Fecha: 2009-03-05 13:07

COOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOL



2
De: Alejandra Fecha: 2009-03-05 14:07

Sailor Moon marcó mi infancia... de hecho yo jugaba a Sailor Moon...



3
De: LiLiTh Fecha: 2009-03-05 14:50

Si esto es un borrador, espero que podamos ver el resto pronto (y publicado).

Un saludo!



4
De: aMADa Fecha: 2009-03-05 16:14

Qué (paradójicamente) grande Chicho! Y genial la foto de Goku cuando todavía tenía cola ^^ Y Ranma1/2, Los caballeros del zodiaco, Sailor moon,... qué recuerdos! :_)



5
De: Jaberwocky Fecha: 2009-03-05 21:53

el término correcto para la última frase es acontri más



6
De: Jose Joaquin Fecha: 2009-03-05 22:07

Sé que se dice cuanto más, pero qué queréis que os diga... si a los del centro del imperio le salen los laismos que dan gusto, pues a mi los contrarismos jajaja.



7
De: Joel Fecha: 2011-01-10 02:44

Ahora me siento un poco viejo, porque algunos de esos animes, los vi cuando yo estaba pequeño. Uno de mis preferidos es Ranma y Dragon Ball. Esos si los vi, por desgracia, Dragon Ball nunca lo terminaron aquí, hasta ya después cuando yo estaba en el colegio.



8
De: Jose Joaquín Fecha: 2011-01-10 17:13

A mí me pasó lo mismo, y como dejaron la serie a medias tuve que seguir Dragon Ball a través del manga.





  

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