PRINCESA NAVIDEÑA
¿A quién le gusta cenar en casa la noche de Navidad? A los adolescentes no, o al menos a nosotros no. Queríamos hacer como en las películas: salir con nuestros amigos, estar a nuestro gusto, sin la pantomima de la familia, sin los primos coñazos, sin tener que aguantar a tu tío borracho.
De todos nosotros, sólo Richi veía con buenos ojos aquella cena familiar. Y no por la cena en sí, sino por Pili, su prima, su hermosa y adorada prima, fruta prohibida y por ello deseada y más que deseada. Pili, la prima lejana que sólo veía en navidades.
Yo la conocía por fotos, y era un ángel. Blanquita de piel, rubia castaña de larguísima melena, pestañas larguísimas de ensueño, ropita de niña buena, expresión de princesa de cuento. Si Richi hubiese cobrado por enseñar aquella foto, ahora sería rico.
Como no vivíamos muy lejos unos de otros, a pesar de no salir de marcha sí que pasábamos a visitarnos, y de casa en casa y de anís en anís pasábamos una noche que, luego cuando tuvimos edad para disfrutarla a nuestra manera, cosas de la vida, ya no nos pareció tan interesante.
Yo ansiaba sobre todas las cosas pasarme por casa de Richi y ver en vivo y en directo a aquella princesa de cuento de hadas. Y como vivía al lado, contaba los minutos para huir de la aburrida cena familiar y poder correr a casa de mi amigo.
A la media noche, finalizados los postres, tomados los licores, dormida la abuela y roncando sobre el sofá el abuelo, me despedí de la familia y realmente corrí a casa de mi amigo.
Me abrió la puerta el mismo, con cara de pesar y de pena.
“¿No ha venido tu prima Pili?”
El pobre me miró con aquella expresión tan suya que, sin palabras, te decía que no podrías comprenderlo a menos que lo vieras.
“Ha venido… pero como si no.”
No lo entendí en aquel momento, pero sí medio minuto más tarde, cuando entré en el salón y me presentó a su familia., La Pili de la foto no estaba allí, pero en su lugar había una chica de pelo rosa fosforito, con muchos piercings en las orejas (en una época en la que, recuerden, tener más de un agujero por oreja ya estaba mal visto), mostrando una evidente estética punk que se manifestaba desde aquel corte de pelo salvaje y poco cuidado a la chupa de cuero descuidada, las medias rajas o el maquillaje exageradamente oscuro, decadente.
Tras saludar a toda la familia y tomar un anís, Richi me pidió que nos fuéramos. No huíamos de Pili, sino del tiempo, que todo lo cambia sin consultarnos.
2008-12-24 02:23 | 3 Comentarios
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Comentarios
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Eso es lo malo de las cosas, que cambian sin avisar, que gran putada y vaya cambio que si hizo la prima de Richi, increíble.
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Bueno, pero seguro que no estaría tan mal, ¿no?
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