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TALLER LITERARIOPara rematar la Semana Negra, salvo que ustedes quieran saber algo en particular, quiero contarles cómo fue el Taller Literario para jóvenes escritores.Les recuerdo que había que mandar un relato, negro o no. Por probar, mandé el principio de un relato por entregas que tengo ahí en la recámara para ir subiendo en agosto. Gustó a quien tuviera que gustar, y me invitaron al taller. El método del taller no es malo, más bien todo lo contrario: además de aprender, se hace bastante ameno. Cada autor lee el relato que ha enviado, se somete a la crítica de los compañeros, y finalmente los profesores (tres escritores cubanos) dan sus consejos, explicando técnicas y recursos que podrían usarse para mejorar el texto. Ahora bien, como ya dije hace unos días, hay un buen puñado de artistas en el curso. Desde aquel que dice ser muy original y tener unos argumentos nunca antes visto, pero que luego se cabrea cuando le dices que su idea de un robot con forma humana que no sabe que es un robot es calcadita a Blade Runner; luego está aquel que sabe que escribe bien, así que no piensa aceptar la crítica de nadie, porque donde yo veo un error (ahora usa tildes, ahora no) lo que realmente hay es una estudiada ruptura de la regla, que ni yo ni nadie puede entender; finalmente nos encontramos con la gente que escribe pajas mentales, de las gordas, de esas que no tienen sentido fuera de la cabeza del autor, pero que él considera imposible que un material tan bueno no se publique. Obviamente también había gente que escribía bien, muy bien. Los había con una imaginación que ya querría yo, capaces de dar la vuelta a la fantasía tradicional, de crear un personaje tan original como los que crearan Stevenson, Poe o London, e incluso artesanos de la palabra que no cometían ni el más mínimo error de estructura ni ortografía. El problema principal era que, los escritores en su mayoría caían en un error tremendo: no ver en el relato nada más que la historia que se cuenta. Ni estructura, ni lenguaje, ni construcción del personaje, ni ritmo de la narración, ni tan siquiera construcción del diálogo… las críticas que los compañeros hacían iban siempre enfocadas hacia el mismo punto: la historia es así o asá. Rafa Marín y Juanmi Aguilera se rieron mucho cuando les conté lo que pasó al leer mi relato: a mis compañeros les desagradó mayormente, porque la historia no contaba nada nuevo (asesinato, detective, un misterio…) y no pasaba nada excepcional; los profesores, a pesar de apuntarme algunos errores y vicios muy bien señalados, elogiaron la credibilidad de la narración, la estructura, la construcción del personaje y el ritmo de la historia. En conclusión, ¿es aconsejable mandar un relato el año que viene? Yo les diría que sí. El taller es interesante, en tanto que te hacen ver algunos de tus errores y vicios, te permiten adoptar una mirada crítica, y además te dan consejos. Si a eso sumamos que te pagan la estancia en una ciudad preciosa, como es Gijón, creo que a quienes les guste aporrear las teclas les está faltando tiempo para preparar los relatos que enviarán el año que viene. 2008-07-18 09:35 | 6 Comentarios Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://gadesnoctem.blogalia.com//trackbacks/58578
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