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PREGUNTAS Y RESPUESTAS 6: EL MOLDE

Nuestro plan para conseguir los exámenes de Solano estaba cada vez más cerca de ser una realidad.

Sole, a la que Weber incluyó en el plan, aunque sin contarle que habíamos intentado juntarla con Richi nada más que para conseguir las llaves, había accedido a ayudarnos en todo lo que pudiera. Así, ante la expectativa de un aprobado con muy buena nota, Richi estuvo dispuesto a olvidar el ridículo que había pasado pidiéndole salir a una chica que pasaba de él.

Desgraciadamente, a cada paso que dábamos hacia el sobresaliente, nuevos problemas salían a nuestro paso. Fue Sole la que nos avisó de un problema: “A mí me dejan la llave a última hora del viernes, el tiempo justo para poner una película en la sala de video y volver. Eso me lleva, como mucho, quince minutos. ¡Es imposible que en ese tiempo podamos llevar la llave a un cerrajero, que nos haga copia!”

El Cubano se desesperó ante el nuevo problema. ¡Había visto tan de cerca el aprobado! “¿Por qué no te cuelas en la sala de profesores directamente y coges los exámenes?” preguntó.

Pero aquello no era posible. A última hora siempre había algún profesor entrando y saliendo, gente por los pasillos, alguno de los conserjes controlando que nadie se escaquease… era bastante arriesgado. Si queríamos tener éxito, era indispensable hacerlo por la tarde.

“Podríamos” sugirió Augusto “simplemente robarle la llave.” pero aquello tampoco funcionaría: si no podía acceder a su armario, tampoco podría ponernos los exámenes que previamente habíamos copiado.

Afortunadamente, Weber lo tenía todo calculado: “Jose, ¿tú no tienes un amigo de esos flipados del rol que hace figuritas?”

Asentí. Efectivamente, nuestro amigo Lucke tenía un talento enorme con las manualidades, pajas aparte. El tío se hacía sus propias figuras de resina, o copiaba las que se vendían comercialmente. Aún así, yo no tenía muy claro a qué se debía el interés de Weber por aquello.

“Es muy simple. Desde que me contaste que tenías un amigo que hacía moldes y figuras de resina, supe que el único problema serio era conseguir las llaves.”

Augusto puso cara de constreñido, o tal vez simplemente de estreñido. No terminaba de enterarse de qué tenía que ver lo uno con lo otro. Por el contrario, yo comencé a entender aquel maquiavélico plan: “Tú lo que quieres es hacer un molde de las llaves, igual que Lucke hace moldes de las figuras y luego saca copias de resina.”

“En efecto” respondió con una sonrisa maligna. Creo que ya he dicho en alguna ocasión que nuestro amigo debería de haber sido agente secreto. ¡Menudo coco! Cuando le preguntamos cómo se le había ocurrido aquello, se limitó a decir: “Lo hacía el protagonista de la novelita aquella que nos tuvimos que leer en literatura, El muchacho inca”.

Todo fue coser y cantar. Lucke nos preparó el encofrado, donde metimos las llaves de Solano. Aunque en teoría debíamos tenerlo bastante tiempo, sólo lo tuvimos quince minutos, el tiempo justo para que Sole pudiese volver a la clase sin levantar sospechas. Solano ni se enteró.

Luego, llevé el encofrado a Lucke, que hizo un molde de silicona. Lo cierto es que me explicó todo el proceso pero no entendí prácticamente nada. Me dijo yo no se qué de un catalizador para la silicona y que volviese al día siguiente, porque debía pasar como poco ocho horas reposando el molde.

Finalmente, a la hora de almorzar del día siguiente hicimos la colada de resina. Así obtuvimos, después de otra espera que se me hizo interminable, obtuvimos una llave que no era de metal, pero que tenía solidez suficiente como para funcionar.

“No creo que la puedas usar muchas veces” aventuró Lucke. “Una llave tan débil se romperá a los pocos usos.”

Pero daba igual: bastaba con que funcionase en una ocasión. Eso sí, debíamos darnos prisa: el examen era al día siguiente.

2008-06-23 09:32 | 10 Comentarios