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DRÁCULA Y LA SEÑORA TURULATA

¿Se pueden leer ustedes que a estas alturas del tebeo yo aún no me he leído Drácula? Y eso que tengo ganas, pero por trabajo, artículos y otras mil razones, llevo no sé cuanto tiempo retrasando la lectura del popular libro de Stocker.

Ayer me dirigí, resuelto a comenzar su lectura, a una de mis librerías preferidas. En Cádiz las librerías no son muy grandes, la verdad, y muchas veces están tan mal organizadas que uno tiene que ir dando brincos por los diferentes establecimientos de libros, haciendo un auténtico trabajo de arqueología.

El hecho es que estaba allí, en aquella amplia y caótica librería, buscando entre los estantes las aventuras del famoso señor de los colmillos (odio pedir un libro a los dependientes, lo realmente hermoso es sumergirse entre decenas de libros y, a la par que se busca una obra, entretenerse conociendo otras muchas), cuando de repente vi que a mi lado se colocaba una mujer alta y ancha, con cara de pocos amigos, que se abalanzó hacia donde yo estaba en pos de coger un libro. Supongo que la mujer no se daría cuenta que yo era de carne y hueso, no una aparición espectral, porque si no me llego a apartar a tiempo, la mujer habría chocado conmigo y ambos habríamos caído al suelo.

Salvado el peligro, y tras obsequiarme con una mirada de pocos amigos, la mujer se fue con su libro en mano (no me fijé cual era en aquel momento) y yo seguí ojeando. Sin embargo, apenas pasados un par de minutos, escuché una voz molesta y chillona que sólo podía pertenecer a aquella mujer:

“¿¡Cómo que no me hacen descuento por ser parada!?” exclamaba, molesta, diciendo a continuación que no sé en qué pueblo de no sé que provincia del norte le hacían un 5% de descuento por ser parada (no vean ustedes qué esplendidez de descuento, vamos, seguro que en ese pueblo ya no usan ni televisores).

La dependienta intentaba explicarle a la embestidora mujer que no, que es que en Cádiz eso no se hacía en ninguna librería, sólo en los cines (¡y en nuestros congresos!), y que ella no podía darle un descuento por la cara.

Y ya se pueden imaginar, la mujer se puso hecha una furia, y empezó a elevar el tono de voz mientras exclamaba que en Cádiz éramos unos catetos (lo cual es cierto en muchas ocasiones), que no teníamos amor a la lectura (lo cual se cumple en muchas personas) y que éramos unos discriminadores con los parados… y eso sí que no, porque en Cádiz si algo abunda no es sólo el chocolate, sino también el paro.

Una señora que esperaba para pagar un libro, en un intento de quitar hierro a la cosa y hacer que la mujer se marchara, le sugirió: “¿Por qué no acude al Ayuntamiento y les propone que financien ese descuento? ¡Sería muy buena idea!”

¡Para qué habló la pobra señora! ¡Más se enojó la embestidora!

“¿El Ayuntamiento? ¿Usted sabe a qué se dedica el Ayuntamiento? ¡A regalarles casas a los sudacas, y a los moros, y a los putos rumanos y a los hijos de puta de los chinos, a todos los inmigrantes cabrones menos a los españoles.” Joder, no vean, que momento más bonito, yo me conmoví pensando que era Isabel la Católica la que hablaba, redivida por alguna suerte de alquimia.

“Porque yo trabajaba en Madrid, ¿saben ustedes?” continuaba la mujer, que no parecía darse cuenta que nos importaba un comino su historia a todos, menos a mí, que ya estaba pensando en subirla a esta bitácora “Y una ecuatoriana hija de puta me quitó el trabajo. Me quitó el trabajo y os lo quitará a vosotros, ¡y hasta las bragas!”

Un caballero, ya un poco harto del retraso, pues a fin de cuentas sólo quería comprarse El Jueves, increpó a la mujer: “Pero señora, la ecuatoriana no tiene culpa, ella a usted no la conocía. ¡Cabréese con su jefe, que por ahorrarse unas perras decidió echarla!”

Para sorpresa de todos, la mujer se puso a llorar, o mejor dicho, a gemir. Yo me miré en los bolsillos buscando Prozac, pero que va, no llevaba.

“¡Zapatero hijo de puta ¡So cabrón! ¡Putos inmigrantes! ¡Zapatero hijo de…!” y con esas palabras salió de la tienda, dejando sobre el mostrador el libro, que posiblemente hubiese decidido comprar en el norte por aquello de ahorrarse treinta céntimos.

Tras eso, y por no perder más tiempo, me acerqué al mostrador a preguntar por el libro de Drácula. ¡Pero diantres! ¡El libro que aquella mujer había dejado abandonado y sin comprar era la novela de Bram Stocker!

Ahora, con más ahínco que nunca, he decidido leer Drácula… no sea que la próxima vez que vaya a una librería acabe creyéndome Napoleón o algo peor.

2007-12-20 08:53 | 12 Comentarios


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Comentarios

1
De: Jaberwockian rhapsody Fecha: 2007-12-20 10:33

"que sólo podía pertenecer a esa mujer" jajaja, lo pensé incluso antes de leerlo.

Hay gente muy loca por el mundo, aunque a lo mejor ya ha llegado a un punto en su vida en que no cabe otra actitud.



2
De: Chipiron Fecha: 2007-12-20 14:14

Ya lo decían el el Quijote: leer perjudica seriamente la salud



3
De: Javi Fecha: 2007-12-20 15:21

jajajaja menos mal que me leí el libro el año pasado. Como siempre Cádiz atrae a todos los locos de España



4
De: jose Fecha: 2007-12-21 02:13

"Yo trabajaba en Madrid y una ecuatoriana me quitó el trabajo"

ja, ja! pringada!



5
De: Jose Joaquin Fecha: 2007-12-21 10:56

De todas formas, no creo que la ecuatoriana golpeara a la señora hasta la inconsciencia, usurpándole a continuación la identidad.

Sobre este tema es muy interesante leer el libro de Steinbeck de "Las uvas de la ira", donde se ve como los empresarios utilizan (y muchas veces incluso atraen) a los inmigrantes (del mismo o de otro país) para abaratar costes al aumentar la oferta de mano de obra.



6
De: jose Fecha: 2007-12-21 16:57

Si te despiden y meten a otro, el jefe te ha quitado el trabajo y el jefe se lo ha dado a quien a él le ha parecido. Es lo mismo que cuando un tío se va con otra y su mujer se enfada con la otra en vez de con el marido y dice que se lo ha robado.



7
De: Javier Albizu Fecha: 2007-12-22 04:06

Yo me compre el Dracula (junto a otros tantoc clasicos que aun no me habia, ni aun me he leido) hace un par de años, mientras estaba en Madrid volviendo a casa de un amigo a eso de las 3 de la mañana.
Habia un puesto en medio de la calle donde, junto a esta novela, se encontraban los clasicos de Kafka, Cervantes o Shakespeare y a unos precios la mar de competitivos (por no decir tirados de precio)
Asi que ahi estaba yo, a veinte minutos de llegar al mi lugar de reposo, con dos bolsas de plastico llenas de libros.
Toda una estampa que contemplar.



8
De: Jose Joaquin Fecha: 2007-12-22 04:18

Yo creo que uno de los excesos consumistas más hermosos que hay es el desenfreno a la hora de comprar libros. A fin de cuentas, lo que adquieres es cultura, a la espera de que la leas...



9
De: Jeremias Fecha: 2007-12-22 17:52

Sobre todo el libro que ha escrito Boris o el de la Maria Patiño



10
De: Jose Joaquin Fecha: 2007-12-22 19:41

Bueno, Boris no escribe mal: ha quedado finalista del Planeta.

No obstante, yo creo que siempre es mejor que tú leas (aunque sean novelitas de a duro) a esperar que te lo cuente la pantalla.



11
De: jose Fecha: 2008-03-08 01:41

Ya me he leido Drácula. Empieza increíble, sigue muy bien, pero luego todos se vuelven muy grandilocuentes, agradeciéndose y halagándose continuamente unos a otros, y se para la cosa. La parte que hay entre lo de Lucy y el final se me ha hecho pesadita.



12
De: Jose Joaquin Fecha: 2008-03-08 10:13

Es que son ingleses, ya sabes, todos muy bien educados jajaja.





  

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