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LAS AVENTURAS DE CARBONELL 4: ¿LEEN LOS SOLDADOS TEBEOS?![]() Los vicios de Pablo eran el tabaco y los tebeos. A don Carbonell nunca le importó que chico fumara. La única pega que ponía el buen señor era que, ya puestos a fumar, el niño podía habérsele aficionado a los “Farias”, que a fin de cuentas era tabaco de caballeros, y no a esa porquería de los “Lola”. Eso sí, lo que don Carbonell no permitía era que su retoño leyera tebeos, que eso era cosa de niños pequeños, no de caballeros. Durante su infancia, el bueno de Pablo no tenía más remedio que esconder los tebeos allá donde pudiera: debajo de la cama, en casa de los amigos, camuflados entre las páginas de las revistas pornos, etc. Muchas veces los revendía en el baratillo del casco antiguo, y con lo que se sacaba compraba más tebeos y más “lolas”. Pero en el cuartel, donde no había padres inquisidores, Pablo pudo darse el gusto no sólo de comprar tebeos, sino incluso de conservarlos. Al contrario que Pablo, el resto de los reclutas no era muy dado a lectura. Sólo el Calvo tenía costumbre de leer a diario, el Marca a diario, y el suplemento dominical del Mundo cada domingo. Una vez incluso intentó leerse uno de los tebeos de Carbonell, pero había unos tipos llamados mutantes, y uno que tenía tres pinchos en los puños, y aparecía un calvo feo al que todo el mundo llamaba “profesor”, aunque sólo enseñaba la calva. Al Calvo le cayó mal nada más verlo, paradojas de la vida. Todo el mundo les miraba un poco raro, ¡mira que leer por las tardes! ¡Si la cantina tenía hora feliz justamente de 4 a 5! y aún así les respetaban, total, cada cual con sus manías. Un día, cuando faltaban ya pocos días para la jura de bandera, el Chou y un chaval al que llamaban el Bizquino, resumiendo así en una sola palabra su origen vizcaíno y su estrabismo, les cortaron en mitad de la lectura. “Un oficial os está buscando.” Los güevis de corbata, ya se pueden ustedes imaginar, pues cuando un oficial te busca sólo puede significar dos cosas: o la has cagado a lo grande o la has jodido a lo bestia. Pero estas cosas es mejor afrontarlas pronto y rápido, así que se dirigieron al despacho del capitán Vázquez, el oficial que les andaba buscando, un hombre ya entrado en años, uno de esos oficiales serios y severos que no saben perdonarse el no haber ascendido más rápido. Nada más entrar, sin tiempo para sentarse, les lanzó la primera pregunta: “¿Son ustedes los reclutas que leen tebeos?” “La hemos jodido” pensó Pablo “me van a dar un rapapolvo por leer tebeos de superhéroes.” “¡Yo no! ¡Es él!” gritó el Calvo mientras señalaba al pobre Carbonell. “Ah.” Fue uno de esos < El Calvo bendijo su suerte, dio dos palmaditas a Pablo, y se fue a esperarle afuera. La leche, menuda suerte. Le daba pena por Carbonell, claro está, pero eso le pasaba por leer tebeos de profesores calvos y mutados raros. Ya lo decía el padre del Calvo, que en esta vida sólo hay una cosa que merezca hacerse sólo, y no es justamente leer. La espera se hizo eterna. Tras cinco minutos de pie, al Calvo le tocó esperar otros diez sentado, y luego de ir al baño a cambiar el agua del canario, otros diez minutos dando vueltas alrededor de la puerta. ya empezaba a creer que a Carbonell lo iban a echar a la calle, o a hacerle un tribunal de guerra, porque eso no era normal. De repente se abrió la puerta, y apareció Pablo con cara de sorpresa y susto a la vez. “¿Ha sido muy duro contigo?” “No, que va… me han dado un puesto técnico cerca de mi casa, en Sevilla.” Un puesto técnico significaba no hacer guardias interminables, trabajar menos días a la semana, librarse de la mitad de las maniobras. Y sobre todo, significa estar calentito en un despacho en invierno, y con aire acondicionado en verano. Casualidad, simple casualidad. Resulta que Carbonell era el único recluta que leía, tebeos vale, pero a fin de cuentas los tebeos tienen letras y palabras. Harto ya de incompetentes y cazurros, el capitán Vázquez decidió reservar esos puestos sólo a los que tuviesen afición a leer, creyendo que serían más inteligentes y más abiertos de mente. Aquel pobre hombre nunca supo el error que había cometido. 2007-08-02 01:40 | 4 Comentarios Referencias (TrackBacks)URL de trackback de esta historia http://gadesnoctem.blogalia.com//trackbacks/51264
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